Monasterio de San José de Las Batuecas. |
Esta
situación se prolongaba algunos años durante mi estancia en el desierto. La memoria
totalmente perdí; ni para confesarme la tenía. Por más esfuerzos que hacía,
nada podía decir. Ante el confesor, solamente llanto de dolor manifestaba.
¿Qué
te pasa, Víctor, que has perdido la memoria hasta el punto de no acordarte ni
de tus pecados? Entonces, ¿para qué te acercas al confesor, si no te acuerdas
de tus pecados y no puedes confesarlos para que te los perdone? ¿Solamente para
llorar?
Lo
que a Víctor le sucedía durante sus estancias en Batuecas solamente se explica
por la acción que Dios estaba realizando en su vida y en concreto en su memoria,
para vaciarla de las noticias naturales y purificarla totalmente para unirla
con Él, una experiencia que solamente concede en esta vida a los místicos. Víctor
expresa lo que experimentaba, pero no lo puede explicar, pues para eso se
necesitan unos conocimientos filosóficos y teológicos de los que él carecía.
Pero como Dios es providente, puso en su camino a San Juan de la Cruz que salió
en su ayuda para explicarle a Víctor y explicarnos a nosotros lo que le estaba
pasando.
San Juan de la Cruz doctor de la Iglesia y especial maestro de Víctor. |
Les
recomendamos la lectura del Libro Tercero de Subida del Monte
Carmelo y especialmente el capítulo segundo, del que tomamos algunas
palabras que nos ayudarán a entender lo que le estaba pasando Víctor, aunque el
lenguaje de San Juan de la Cruz es demasiado técnico.
“Como
Dios no tiene forma ni imagen que pueda ser comprendida de la memoria, de aquí
es que, cuando está unida con Dios, como también por experiencia se ve cada
día, se queda sin forma y sin figura, perdida la imaginación, embebida la
memoria en un sumo bien, en grande olvido, sin acuerdo de nada; porque aquella
divina unión la vacía la fantasía y barre de todas formas y noticias, y la sube
a lo sobrenatural.
Y
así, es cosa notable lo que a veces pasa en esto; porque algunas veces,
cuando Dios hace estos toques de unión en la memoria, súbitamente le da un
vuelco en el cerebro, que es donde ella tiene su asiento, tan sensible que le
parece se desvanece toda la cabeza y que se pierde el juicio y el sentido. Y
esto, a veces más, a veces menos, según es más o menos fuerte el toque. Y
entonces, a causa de esta unión, se vacía y purga la memoria, como digo, de
todas las noticias, y queda olvidada y a veces olvidadísima, que ha menester
hacerse gran fuerza y trabajar para acordarse de algo.
Subida del Monte Carmelo, una de las obras de San Juan de la Cruz. |
Y
de tal manera es a veces este olvido de la memoria y suspensión de la
imaginación por estar la memoria unida con Dios, que se pasa mucho tiempo sin
sentirlo ni saber qué se hizo aquel tiempo. Y como está entonces suspensa la
imaginativa, aunque entonces le hagan cosas que causen dolor, no lo siente.
Y
para que Dios venga a hacer estos toques de unión, le conviene al alma desunir
la memoria de todas las noticias aprehensibles, y estas suspensiones es de
notar que ya en los perfectos no las hay así, por cuanto hay ya perfecta unión,
que son de principio de unión” (3Sub. 2, 4-6).
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