Don Germán Montes autor de este testimonio. |
Cuando
el párroco estaba ausente del pueblo, como él sin misa y sin comunión no se
quedaba por nada del mundo, iba a misa a Saldaña que dista seis kilómetros del
pueblo donde él vivía. Por el camino iba rezando el Rosario. La vuelta la hacía
en taxi, ya que le faltaban fuerzas para caminar otros seis kilómetros, dada su
edad avanzada y sus muchos achaques.
Al
final del tiempo que vivió en Velillas del Duque, como el señor cura párroco y
yo sabíamos que Víctor no podía vivir sin oír misa y comulgar, al ver que
Víctor ya no podía andar, tanto él como yo nos ofrecíamos a ir a buscarle a
Velillas para llevarle en coche al pueblo donde se celebraba la misa y de
llevarle de nuevo a Velillas una vez finalizada la misa.
Fachada lateral de la Parroquia de Quintanilla de Onsoña. |
Aunque
Víctor no solía hablar de su vida, sí que me dijo que cuando se arruinó, fue
cuando empezó a afianzarse más en Dios. También me dijo que los
compañeros de trabajo, en un principio le llamaban Padre Víctor, pero que al final
se pusieron contra él, porque sus compañeros robaban a la empresa y él se lo
recriminaba. Si cargaban el camión, por ejemplo, de cien cajas de Pepsi-Cola,
declaraban que llevaban 80 cajas y ellos se quedaban con el importe de las 20
cajas no declaradas.
Se
sentía muy orgulloso de tener una hija y una nieta religiosas carmelitas
descalzas. Cuando hablaba de ellas, como que se le abría el corazón.
En
cuanto a mí se refiere, yo antes de conocer a Víctor, solía ir a misa, pero
nunca comulgaba ni rezaba nunca el Rosario. Ahora voy a misa a diario y comulgo
en todas las misas y rezo el santo Rosario también a diario, bien en casa, bien
en la Iglesia, y esto se lo debo a Víctor, por lo que le estoy muy agradecido.
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