sábado, 24 de agosto de 2019

Florecillas. Jugando a las canicas con su nieto Carlos.

Víctor y Asunción con su nieto Carlos y su bisnieto Víctor.


Uno de sus hermanos, que ya peina canas, se emocionaba todo contándome que en una de sus visitas a su sobrina Tere, coincidiendo con Víctor, pudo ver cómo el abuelo estaba jugando a las canicas con su nieto Carlos que tendría entonces unos tres años, mientras el resto de la familia estábamos de tertulia. A mí me impresionó ver esta escena que habla de tanta ternura del abuelo para con el nieto. ¡Había que ver al abuelo tirado por el suelo jugando a las canicas con el nieto para entretenerle! ( Vida…P 84).

Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos, pues el que se humillare hasta hacerse como un niño, ese será el más grande en el reino de los cielos” (Mt, 18, 3-4). Víctor, meditando en estas palabras del evangelio, se dio cuenta de que la voluntad de Dios es que nos hagamos como niños ante Dios y ante los hombres, no por un espíritu aniñado, sino por el amor, la humildad, la sencillez, el candor y la ausencia de toda clase de maldad. Y así procedió en su trato con Dios, acudiendo a Él con la sencillez y confianza con que todo niño acude a su padre.

 Niño participando en un concurso de canicas.

Pero lo extraño es que esa semejanza con los niños le llevara incluso a rebajarse a actuar como un niño sin temor a hacer el ridículo y a que se rieran de él. Porque una cosa es acompañar a los niños a sus juegos infantiles y estar atentos para que no se hagan daño, que todos los abuelos lo hacen, y otra muy distinta participar en sus juegos infantiles como si fuera un niño más, especialmente en juegos como el de las canicas en el que es necesario tirarse al suelo para practicarlo.

El juego con canicas es conocido y practicado por los niños del mundo entero en alguna de las múltiples variantes que ofrece, pero manteniendo siempre la esencia de este jugo que consiste en: lanzar una o varias canicas para comprobar quien introduce más canicas en un hoyo; o en un círculo previamente dibujado en el suelo; o colocar algunas canicas en un circulo y ver quien consigue sacar más lanzando las suyas, etc., etc. Por eso es un juego tan atractivo para los niños que se pueden echar fácilmente en el suelo y les resulta tan entretenido, pero muy difícil para los mayores y no digamos para los ancianos.

 Grupo de niños jugando con canicas.

Por eso merece la pena destacar esta simpática escena que nos muestran a un abuelo cariñoso y cercano que no tiene reparo en abandonar la tertulia con los mayores para jugar con su nieto de tres años y ponerse a su altura con tal de entretenerle y que lo pasase bien. Al jugar con su nieto y verle feliz y contento, ¡cuántas gracias daría al Señor por la vida de ese nieto!


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