Ceremonia de una virgen consagrada. |
Me llamo
Mercedes Portela, soy consagrada y amiga de Begoña, hija de Víctor Rodríguez.
Yo había pedido a la librería el libro sobre Víctor motivada por una publicidad
que vi, y cuando luego Begoña me dijo que era su padre, me llené de alegría y
me puse a leerlo con muchas ganas. A medida que iba avanzando en la lectura, a
la luz de la vida de este hombre, me iba viendo muy mediocre.
Cuando
terminé. Como está la novena al final del libro, pensé: “Voy a hacer la novena
pidiendo mi conversión que falta me hace”, y puedo decir que algo en mí se ha
removido de más deseo de una oración profunda de mayor entrega e intimidad con
el Señor. Me alegra pensar que, a lo que parece, es algo propio de él
(Víctor) alentar la vida interior y la oración de los que se le acercan.
Portada de Vida impactante de un cristiano de a pie. |
Hago
también alusión a mi hermana, madre de familia, que teniendo mucha dificultad
para leer, y que, según me cuenta, nunca ha terminado un libro, empezó a leer
el folleto “Victor, sonrisa de paz” empapándose tanto de su contenido, que leyó
cuarenta páginas de un tirón (posteriormente le terminó) sintiendo la vida
de Víctor como cercana y sorprendiéndose de que en nuestro tiempo, un padre de
familia “normal” llevara una vida espiritual tan intensa.
Custodia para la adoración del Santísimo. |
Lo
curioso, o mejor providencial, fue que mi hermana tenía el folleto desde hacía
meses y no lo había leído, y estando en su hora de adoración ante el Santísimo
(ella pertenece a la Adoración Perpetua), otra persona se lo dio para que lo
leyeses, y fue allí, delante del Santísimo, donde leyó, tan concentrada, las
cuarenta páginas mencionadas. No parece casualidad donde estaba, porque Víctor
era un gran adorador.
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