sábado, 11 de mayo de 2019

Florecillas Ganar a este compañero

Santa Teresa preocupada siempre por la salvación de las almas.


Víctor, trabajando con el modo sencillo y continuado que tenía, decía a Jesucristo: “Tenemos que ganar a este compañero”, repitiendo frecuentemente la súplica (Vida impactante… P. 60).

El amor de Víctor hacia sus compañeros de trabajo, no se reducía a ayudarles a solucionar sus pequeños problemas con la empresa o con la familia, sino que trataba de acercarlos a Jesús para que le siguieran y consiguieran la salvación.

Es una nota que se da en la vida de muchos santos y que Víctor, como carmelita seglar, aprendió especialmente de Teresa de Jesús, a la que tres acontecimientos especiales en su vida la impulsaron a poner de su parte todo lo que pudiera por salvar a las almas: Una visión del infierno, los estragos que los protestantes estaban haciendo en Francia y la noticia de los millones de indios que fallecían en América sin bautismo.

Logo de los Cursillos de Cristiandad.

En una visión del infierno, el Señor permitió que experimentase las terribles penas que padecen los condenados, lo que la llevó a decir: “De aquí gané la grandísima pena que me da de las muchas almas que se condenan…y los ímpetus grandes de aprovechar almas, que me parece cierto a mí que por librar una sola de tan gravísimos tormentos pasaría yo muchas muertes muy de buena gana” (V 32, 6).

La destrucción de iglesias en Francia y las apostasías de muchos creyentes la llevó a ofrecer su vida al Señor como remedio: “Lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Me parecía que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las que allí se perdían” (C. 1, 2). Y ante las noticias que el P. Maldonado, recién llegado de América la dio de los millones de indios que morían sin bautizarse por falta de misioneros exclama:

 Tenía gran envidia a los que podían por amor de nuestro Señor emplearse en esto, aunque pasasen mil muertes; Y así me acaece que cuando en la vida de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más devoción me hace y más ternura y más envidia que todos los martirios que padecen (por ser esta la inclinación que nuestro Señor me ha dado), pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos, mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer” (F. 1, 7).


Víctor, en su etapa de trabajador en Pepsi-Cola, movido por el deseo de la salvación de sus almas, aprovechó el prestigio que le confería ser representante de los trabajadores para animarles a participar en los Cursillos de Cristiandad con la esperanza de que saldrían fortalecidos en la fe. ¡Cuántas horas dedicaría a la oración pidiendo al Señor el don de su conversión! Solamente el Señor conoce las conversiones que Víctor consiguió diciéndole a Jesús: “Tenemos que ganar a este compañero”.

Pero la preocupación por la salvación de los demás, no se redujo al grupo de los compañeros de trabajo, sino que abarcó a todos, especialmente a los familiares y conocidos, como aparece reflejado en sus escritos.

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