miércoles, 1 de mayo de 2019

Florecillas. Defensor de los trabajadores.

Jesús Niño ayudando a San José en su taller


Durante algún tiempo fue delegado de personal, representante de los trabajadores, y trató siempre de defender sus intereses laborales. Como representante de los trabajadores, “cuando conseguía algo de los jefes, como, por ejemplo, aumento de sueldo, entonces animaba a los compañeros a trabajar más”. “Podemos rendir más”, les decía” (Vida impactante… Pág. 59).

Bueno es recordar, precisamente en el “día del trabajo”, que Víctor no solamente fue buen trabajador mientras la salud se lo permitió, sino también defensor de sus compañeros de trabajo en la Embotelladora de Pepsi-Cola. ¿Y por qué Víctor trabajó tanto y animó a sus compañeros a que hicieran lo mismo? Pues porque el trabajo es pedido por Dios y por tanto es un medio de santificación.
 
María y Jesús en el taller de San José en Nazaret.

Dios creó al hombre y le puso en el paraíso “para que lo cultivara” (Gen 2, 15). Al pecar  el hombre, como castigo, al trabajo se le añadió el cansancio: “Comerás el pan con el sudor de tu frente” (Gen. 3, 19). A partir de ese momento el hombre que rehúsa trabajar, comete un doble desorden, pues no sólo desatiende el precepto, sino que deja de cumplir la pena, despreciando a Dios como creador y legislador.

El mejor ejemplo de trabajador le tenemos en Jesús, conocido como “el Hijo del Carpintero” e incluso de Él mismo se dice: “¿No es este el carpintero? (Mc 6, 3). Jesús, que como Dios podía crear nuevos mundos, prefirió tomar los utensilios de carpintero y ganarse el alimento con su trabajo. Así lo aprendió de San José y así lo ejerció hasta el inicio de su vida pública. Lo mismo podemos decir de María, que tuvo que realizar todas las faenas domésticas como cualquier ama de casa. Nada de creer que los ángeles las hacían para que ella pudiera dedicarse a orar sin tregua.

Víctor trabajando en su granja en Medina del Campo.

Seguro que Jesús y José hacían las cosas, no solamente para ganarse el sustento, sino con la máxima perfección para ayudar a los demás. Si de Dios Creador se dice que “todo  lo hizo bien”, tanto Jesús como José debieron experimentar complacencia al ver que un arado, un asiento, una puerta, una mesa etc., salidas de sus manos funcionaban perfectamente. Cuando hacían esos  encargos, pudieron hacerlos oficialmente bien, pero seguro que no se limitaron a eso, sino que añadirían un plus de perfección no rentable por generosidad y amor a los clientes y para sentir la satisfacción de la obra bien hecha.

No es extraño que Víctor, teniendo presente los ejemplos de Jesús, María y José, trabajara no solamente para cumplir con el precepto del trabajo y para ganarse el sustento, sino para ayudar a la empresa y a los clientes y quisiera que sus compañeros hicieran lo mismo. De ahí que les animara y defendiera ante la empresa, pero a la vez les dijera: “Podemos rendir más”.



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