sábado, 30 de marzo de 2019

Testimonios. Gregorio de la Gala Campo.

Casa de la "tía Catalina" donde vivió Víctor unos años.


Conocí a Víctor en el pueblo de Víctor cuando yo era pequeño, pues aunque yo no era de Quintanadiez de la Vega, de donde era Víctor, fui allí de pequeño en casa de un tío mío llamado D. Federico Campo, que era párroco de dicho pueblo, para prepararme para ingresar en el seminario, como era el deseo de mis padres y de mi tío D. Federico, pero no el mío, por lo que no llegué a entrar en el seminario.

Recuerdo que cuando fui a vivir a Quintana a casa de mi tío D. Federico, Víctor estaba de novio con Asunción Merino, que luego fue su esposa. Era un novio ejemplar como lo era en todo. Una vez casado, vivía en casa de una tía de Asunción llamada Catalina. Esta tal señora tenía muy mal genio. La gente de Quintana que conocía el genio de la señora Catalina, en cuya casa vivía Víctor con su esposa, decía que con Víctor no iba a tener nunca ningún enfado, pues Víctor se llevaba siempre bien con todos, fueran como fueran. Era la bondad personificada.

Casa del Párroco donde vivió Gregorio de la Gala en su juventud.

Luego, cuando Víctor ya era mayor, volví a tratarme con él, pues se fue a vivir a Velillas del Duque que es un pueblo cercano al mío, e iba a mi pueblo cuando no había misa en Velillas, donde Víctor vivía y la había en mi pueblo, ya que el mismo párroco que lo era D. José María Inyesto, atendía a su pueblo y al mío y tres pueblos más y celebraba la misa cada día de la semana en un pueblo distinto.

Por lo general, la gente de dichos pueblos asistía a la misa el día que el párroco la celebraba en sus respectivos pueblos. Víctor, en cambio, no se perdía ni un día la misa y así es que iba cada día a oírla en el pueblo donde el párroco la celebraba cada día, y además iba andando hiciera el tiempo que hiciera. Pero él, jamás la perdía ni dejaba ningún día de comulgar. Cuando le veíamos venir a misa los que estábamos esperando a que llegara el párroco a celebrarla, al verle nos decíamos gozosos: Ahí viene ya el señor Víctor. Después de la misa, Víctor se quedaba siempre hablando cariñosamente con la gente y la gente con él.

Iglesia Parroquial de Quintanadiez de la Vega.

No sólo iba andando a misa, sino que iba siempre andando fuera donde fuera. Yo, a veces me encontraba con él en el camino y le invitaba a subir al coche, pero él agradecía mi ofrecimiento, pero siempre me decía que prefería ir andando.

Le gustaba hablar con todos sin excepción y no tenía problemas con nadie. A nadie dio nunca ningún mal ejemplo en nada y sí el mejor ejemplo a todos en todo. Este testimonio que yo doy sobre él, lo firmarían por igual todos los que le conocieron, por eso es que nos alegra tanto a todos el que esté para iniciarse su proceso de beatificación y quiera Dios que se inicie cuanto antes y que llegue cuanto antes a feliz término.



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