Por todos oré y en Dios los amé. |
Qué
extraño, que haciendo un examen de toda su vida, no pudiera encontrar ningún
enemigo, cuando el mismo Jesús los tuvo, y tan irreconciliables, que hasta le
condenaron a muerte y le crucificaron. Es sin duda un modo de expresar
que nunca consideró como enemigo a ninguno de los que le despreciaron y humillaron,
pues a todos les perdonó de corazón.
Fortalecido
por la oración y por el ejemplo de Jesús que murió perdonando a los que le
crucificaron, ya nada le quitaba la paz, nada le perturbaba, ni siquiera los
insultos o las humillaciones. Y si ni los insultos ni las humillaciones que le
dirigían le perturbaban, no podía considerarles enemigos.
San Doroteo Abad. |
No
creo que Víctor conociera unas palabras del Abad San Doroteo para explicar que
toda perturbación ante las adversidades proviene de nuestra propensión a echar
siempre la culpa a los demás y no acusarnos a nosotros mismos, pero sí las puso
en práctica. Dice San Doroteo:
“La
causa de toda perturbación consiste en que nadie se acusa a sí mismo. De ahí
deriva toda molestia y aflicción. De ahí deriva el que nunca hallemos descanso;
y ello no debe extrañarnos, ya que los santos nos enseñan que esta acusación de
sí mismo es el único camino que nos puede llevar a la paz…Por más virtudes
que posea un hombre, aunque sean innumerables, si se aparta de este camino,
nunca hallará el reposo, sino que estará siempre afligido o afligirá a los
demás, perdiendo así el mérito de todas sus fatigas…El que se acusa a sí
mismo acepta con alegría toda clase de molestias, daños, ultrajes, ignominias y
otra aflicción cualquiera que haya de soportar, pues se considera merecedor de
todo ello, y en modo alguno pierde la paz”.
Dándose un abrazo de perdón. |
Y
para dar a entender que si reaccionamos con violencia ante cualquier
provocación inesperada e inmerecida, es porque en el interior guardamos alguna
pasión que no vemos, añade: “Viene el hermano, le dice alguna palabra
molesta y, al momento, aquel echa fuera todo el pus y suciedad escondidos en su
interior. Por lo cual, si quiere alcanzar misericordia, mire de enmendarse,
purifíquese, procure perfeccionarse, y verá que, más que atribuirle una
injuria, lo que tenía que haber hecho era dar gracias a aquel hermano, ya que
le ha sido motivo de tan gran provecho”. (San Doroteo. Instrucción 7
sobre la acusación de sí mismo).
¿No
es lo que hizo Víctor? Recuerden sus palabras: “El que me humilló, buenos
bienes me pasó. Por su causa, la humildad en mí creció”.
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