miércoles, 13 de marzo de 2019

Florecillas. Generosidad de Víctor.

Víctor en su granja de Medina del Campo


El P. Miguel Gutiérrez, que ha estado cerca de 50 años de misionero en el Congo, recuerda también algunas cosillas de cuando era seminarista. El P. José Francisco, hermano de Víctor, estaba  de profesor y ecónomo del colegio. Víctor venía con frecuencia al seminario. Al celebrar el santo de su hermano, vino a la fiesta y en la comida tuvimos una sorpresa. Nos dieron dos huevos cocidos a cada uno, enviados por el Sr. Víctor, al que mirábamos con respeto todos los muchachos” (Cfr. Vida P, 46).

¡Qué hambre no pasaría Miguel Gutiérrez en el seminario de Medina del Campo en años de escasez, y que hambre no habrá pasado en los 50 años de misionero siempre en  países africanos de los más pobres, para recordar especialmente después de tantos años esa anécdota del regalo de Víctor, que supuso para los seminaristas un verdadero banquete!

Fachada de la Iglesia de los Carmelitas de Medina

Por eso no resulta extraño que, cuando podía venir a España de vacaciones, en lugar de aprovechar esos días para descansar y reponer fuerzas, se dedicase a visitar distintas comunidades carmelitanas que le permitían hacer colectas en sus iglesias para conseguir recursos con los que ayudar a las distintas  misiones en que ejerció su ministerio, siempre necesitadas de recursos por estar emplazadas en las zonas más pobres de ciudades ya de por si muy pobres, excepto cuando los superiores le encomendaban tareas de formación en casas de espiritualidad dada su capacidad y preparación intelectual.

Ese detalle tan sincero nos pone en contacto con un Víctor generoso y siempre dispuesto a colaborar en las celebraciones de sus hijos, de familiares cercanos y de sus amigos, especialmente cuando su buena fortuna se lo permitía.

Colegio en que el P. Miguel Gutiérrez conoció a Víctor

Amigos que le conocieron y compartieron con él en su época boyante, recuerdan como les invitaba con cierta frecuencia a merendar en su granja de Medina del Campo y que la merienda era de calidad y abundante. Un hermano suyo, recuerda que estando en Salamanca, el día de su cumpleaños allí se presentó Víctor con su amigo Nozal viajando en la moto de Nozal para felicitarle, pero llevando varios pollos de su granja para que pudiera celebrar con sus compañeros un auténtico banquete.

A partir de su ruina, ya no pudo mostrarse tan espléndido, pero siempre invitaba a quienes les visitaban con alguna bebida y algunos dulces, y si quedaba en casa queso, jamón o chorizo, también se lo ofrecía. Siempre se mostró generoso y dispuesto a compartir de acuerdo con sus posibilidades.



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