Dª. Encarnación del Campo Herrero. |
Conocí
a Víctor cuando pasaba temporadas en Velillas del Duque antes de que viniese a
vivir en el pueblo siendo ya mayor. Cuando había misa en el pueblo la oía en el
pueblo, y cuando no la había en el pueblo, iba a oírla en el pueblo más cercano
donde la hubiera, pero nunca dejó de oír la misa y de recibir la comunión, lo
mismo si la temperatura era de muchos grados bajo cero, que si era de muchos
grados sobre cero.
Él
iba siempre bien abrigado en invierno y ligero de ropa en el verano, pero él,
la misa y la comunión no se las perdía nunca, cualquiera que fuera la
inclemencia del tiempo, cualquiera que fuera el pueblo donde se celebrara y
cualquiera que fuera la hora en la que se celebrara.
Interior de la Iglesia de Velillas del Duque. |
Iba
siempre andando. Mi marido y yo, muchas veces le invitábamos a subir a nuestro
coche y siempre nos decía que prefería ir andando, aunque sí que nos agradecía
nuestro ofrecimiento, y muy mucho.
Cuando
en el pueblo no había misa ni nadie que rezara el rosario, dirigía él el
rosario. Era un hombre muy bueno. Muy cariñoso con todos los vecinos y
todos los vecinos con él.
Retablo de la parroquia de Quintanilla de Onsoña. |
Si
tuviera buena memoria, serían muchas más las cosas que podía decir de él, pues
tenía con él mucho trato y muy buena amistad, pero dados los años que tengo, he
perdido bastante la memoria y así, aunque mi deseo sería decirles todo lo que
recordara sobre él, esto es lo único que ahora me viene a la memoria. En
todo caso, todo lo que pudiera decir de bueno sobre Víctor, sería todo poco,
pues era todo bondad.
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