miércoles, 20 de febrero de 2019

Florecillas. La abuela Ramona (II)

La cariñosa y ejemplar abuela Ramona.


 “Víctor mencionaba con frecuencia “a su abuela Ramona que le enseñó mucho de la fe, oraciones y decía era una santita. Siempre hablaba de ella con mucho cariño y como alguien muy importante para él en su niñez en su vida de fe”. Vivía a pocos metros de la Iglesia en Villota del Páramo y Víctor pasaba temporadas con ella; y de ella aprendió tantas cosas buenas.

Casa de la abuela Ramona en Villota del Páramo.

Una aventurilla simpática es la siguiente: Un día, en Quintanadiez, los padres cargaron el borrico con chorizos, morcillas, tocino y otras piezas que resultan de la matanza del cerdo y enviaron a Víctor a Villota del Páramo a llevarle todo aquel bien de Dios a la abuela Ramona. La estancia del muchacho se alargaba y no volvía a casa; y se ve que estaban dando razón de cosas tan sabrosas allá entre todos, aunque la abuela, tan austera como era, de seguro que ni la probó y que sólo sentiría que no la hubieran llevado más piezas para que se las fuera comiendo el nieto y así estuviera más tiempo con ella.

 Iglesia parroquial de Villota del Páramo

Al final, volvió al pueblo y antes de llegar a casa se encontró con su hermano Natalio, que le dijo que se preparara porque iba a recibir una buena reprimenda por parte de sus padres por haber tardado tanto en volver; y parece que, haciendo un gesto con la mano le dijo: “Ay, ay, ay, te van a dar bien dao por tardar tanto en volver. ¿Queda algo de la matanza?”. Y Víctor se encogió de hombros y se rió con gusto y siguió tirando del borrico, que se anunciaba con un gran rebuzno, al que respondían otros asnos del contorno”. (Relato del P. José Vicente Rodríguez).



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