sábado, 2 de febrero de 2019

Habla Víctor. Quien de mí mal hablara.


Cristo humillado y despreciado.

Quien de mí mal hablara, corto se quedaba. Si mejor me conociera, peor lo hiciera. Muchas veces injustamente lo hicieron, otras tantas omitieron. Quien de mí mal hablaba, nada me rebajaba. El que bien lo hiciera, en nada me mejoraba.

Para quienes no estén muy familiarizados con los escritos de Santa Teresa y para quienes sí lo estén para recordarlas, citamos unas palabras de Santa Teresa en Camino de Perfección como la mejor explicación para entender la experiencia de que habla Víctor:

Santa Teresa arrodillada ante Jesús humillado.

“Nunca oí decir cosa mala de mí que no viese quedaban cortos; porque, aunque no era de las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otras muchas, y me parecía habían hecho harto en dejar aquéllas; y siempre me huelgo yo más que digan de mí lo que no es, que no las verdades. Ayuda mucho traer esta consideración de lo mucho que se gana por todas vías, y cómo nunca –bien mirado- nunca nos culpan sin culpas, que siempre andamos llenas de ellas, pues “cae siete veces al día el justo” (Pro. 24, 16), y sería mentira decir no tenemos pecado. Así que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo, como lo estaba el buen Jesús” (C 5, 3-4).

Norma de oro para no perder la paz ante insultos y humillaciones por cosas que además no hemos hecho, es recordar que en realidad “nunca nos culpan sin culpa”, pues aunque sea falso lo que dicen contra nosotros, si somos sinceros, tenemos que reconocer que excepto Dios, nadie conoce nuestras grandes infidelidades, que de ser conocidas, si nos avergonzarían de verdad.

 Humilladero en Quintanadiez de la Vega,  lugar de penitencia.

Teresa de Jesús y Víctor procedían así por haber meditado y hasta llorado muchas veces al considerar a Jesús insultado, despreciado, abofeteado y condenado a muerte por blasfemo. ¡Nada menos que Jesús condenado a muerte por blasfemo!

Seguramente Víctor se haría más de una vez la misma pregunta que Santa Teresa: “¿Es posible que yo he de querer que sienta nadie bien de cosa tan mala, habiendo dicho tantos males de Vos, que sois bien sobre todos los bienes?...Dadme Vos luz y haced que con verdad desee que todos me aborrezcan, pues tantas veces os he dejado a Vos, amándome con tanta fidelidad”. (C. 5, 5).






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