Cristo humillado y despreciado. |
Quien
de mí mal hablara, corto se quedaba. Si mejor me conociera, peor lo hiciera.
Muchas veces injustamente lo hicieron, otras tantas omitieron. Quien de mí mal
hablaba, nada me rebajaba. El que bien lo hiciera, en nada me mejoraba.
Para
quienes no estén muy familiarizados con los escritos de Santa Teresa y para
quienes sí lo estén para recordarlas, citamos unas palabras de Santa Teresa en
Camino de Perfección como la mejor explicación para entender la experiencia de
que habla Víctor:
“Nunca
oí decir cosa mala de mí que no viese quedaban cortos; porque, aunque no era de
las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otras muchas, y me parecía habían
hecho harto en dejar aquéllas; y siempre me huelgo yo más que digan de mí lo
que no es, que no las verdades. Ayuda mucho traer esta consideración de lo
mucho que se gana por todas vías, y cómo nunca –bien mirado- nunca nos culpan
sin culpas, que siempre andamos llenas de ellas, pues “cae siete veces al día
el justo” (Pro. 24, 16), y sería mentira decir no tenemos pecado. Así que,
aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo,
como lo estaba el buen Jesús” (C 5, 3-4).
Norma
de oro para no perder la paz ante insultos y humillaciones por cosas que además
no hemos hecho, es recordar que en realidad “nunca nos culpan sin culpa”,
pues aunque sea falso lo que dicen contra nosotros, si somos sinceros, tenemos
que reconocer que excepto Dios, nadie conoce nuestras grandes infidelidades,
que de ser conocidas, si nos avergonzarían de verdad.
Humilladero en Quintanadiez de la Vega, lugar de penitencia. |
Teresa de Jesús y Víctor procedían así por haber meditado y hasta llorado muchas veces al considerar a Jesús insultado, despreciado, abofeteado y condenado a muerte por blasfemo. ¡Nada menos que Jesús condenado a muerte por blasfemo!
Seguramente
Víctor se haría más de una vez la misma pregunta que Santa Teresa: “¿Es
posible que yo he de querer que sienta nadie bien de cosa tan mala, habiendo
dicho tantos males de Vos, que sois bien sobre todos los bienes?...Dadme Vos
luz y haced que con verdad desee que todos me aborrezcan, pues tantas veces os
he dejado a Vos, amándome con tanta fidelidad”. (C. 5, 5).
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