sábado, 3 de noviembre de 2018

Habla Víctor Dentro de mí entré

Víctor en oración en la Iglesia de las Carmelitas de Sabarís.


Dentro de mí entré. Allí oré en fe. En silencio me quedé. Pacientemente esperé. De bondad y caridad me llené. Virgen Santa Madre de Dios.

En estas breves palabras resume Víctor la trayectoria de su vida contemplativa que no fue fácil ni mucho menos, sino el resultado de un largo camino recorrido con fuerza de voluntad inquebrantable, guiado por el mejor conocedor de esos caminos de la contemplación, San Juan de la Cruz.

Víctor no fue un devoto que recitase muchas oraciones cada día y se comprometiese con una serie de devociones diarias a las que no podía faltar, sino un auténtico laico que se pasó horas enteras en diálogo silencioso con el Señor. No es que no recitara oraciones vocales, pues todos los días rezaba el Oficio parvo de la Virgen, jamás dejaba el Rosario y recitaba muchas veces al día el Ave María, mientras controlaba el paso de las botellas en la fábrica Pepsi Cola, pero a esas oraciones y devociones añadía varias horas al día a la oración contemplativa en silencio para estar junto al Amado y gozar de su presencia amorosa.

Las Batuecas dónde tuvo la mayor experiencia de "Noche oscura"

Dentro de mí entré. Buscaba horas de silencio, especialmente durante la noche, cuando ya todos los familiares se habían retirado a descansar, para aislarse totalmente de los ruidos, centrarse en sí mismo y así disfrutar de la presencia del Dios Trino en su alma, alabarle y darle gracias 

Allí oré en fe. No caigamos en la tentación de creer que Víctor dedicaba largas horas a la oración en silencio por la noche porque allí Jesús le llenaba de ternura y se sentía como en el paraíso. La realidad que él nos describe es muy distinta, especialmente cuando habla de sus estancias en Las Batuecas en que el Señor le purificó de todas sus imperfecciones a través de la experiencia de “noche oscura”. Víctor nada sentía, pero por fe tenía la certeza de que allí estaba Jesús y allí le bendecía y glorificaba.

En silencio me quedé: En lugar de hablar y hablar, de recitar oraciones y más oraciones, se quedaba en silencio, pues en silencio habla Dios y en silencio debe ser escuchado, dice San Juan de la Cruz, pues Dios no habla a los oídos, sino al corazón.

Alegría del encuentro con el Amado
Pacientemente esperé: ¡Cuántas veces habla de los ratos y hasta de las horas pasadas en plena aridez, sin sentir nada! ¿Qué hacía en esos casos? Lejos de abandonar, doble tiempo dedicaba a estar con el Señor, aunque nada sintiese y la tentación fuera de abandonar. Se dio cuenta de que lo importante no es sentir dulzura en la oración, sino ponerse en presencia del Señor, dedicar ese tiempo a estar con Él. Al tratar de la oración, nos hablará de esa experiencia de “noche oscura” tan importante para llegar a la unión con Cristo.

De caridad y bondad me llenó. La “noche oscura”, las duras pruebas de abandono, purifican al alma de todas sus afecciones a las cosas terrenas e imperfecciones y la disponen para recibir y gozar del amor y de la bondad de Dios en plenitud.

Virgen Santa Madre de Dios. Termina con esta exclamación llena de gratitud y de reconocimiento a María por su ayuda en este proceso, pues siempre le amparó.

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