Castillo de La Mota en Medina del Campo. |
Como
siempre era voluntario para todo lo que yo necesitaba, le pedí que hiciera de
padrino de dos gitanos adultos, cosa que aceptó con todo gusto. (D.
Paco Teresa León). Seguro que D. Paco nunca tuvo que buscar padrinos para los
hijos de feligreses normales, pero el caso de los gitanos era diferente ya que
generalmente, ni se integran en la sociedad ni son creyentes y por eso motivo
no pudo encontrar padrinos entre sus familiares.
Víctor,
no solamente aceptó, sino que, por lo que refiere Eva, “Aceptó con mucho
gusto ser padrino de dos jóvenes gitanos que deseaban bautizarse. No sólo
aceptó, sino que se le notaba lleno de gozo por tener dos ahijados gitanos. Le
pedía a mi madre alimentos para llevárselos. Ellos se acercaron en una ocasión
a nuestra casa, acompañados por sus padres para traerle un obsequio, en
agradecimiento por todo lo que hacía por ellos”.
Granja avícola de Víctor en las laderas del Castillo. |
Cuando
Víctor llegó a Medina del Campo para instalar una granja avícola, el lugar donde
la construyó fue junto a un barrio de gitanos ubicado a los pies del famoso
castillo de La Mota. De hecho, para ir de su casa de Medina a la granja, tenía
que pasar por ese barrio de gitanos, así es que le resultaban conocidos.
No
hay noticias de que entablara con ellos una amistad especial, pues los gitanos siempre
han tenido fama de no tratarse con los que ellos denominan “payos” y tienen
fama bien ganada de ser amigos de lo ajeno, por lo que es más que probable que
alguna gallina le desapareciera a Víctor sin que se lo recriminara.
Si
cuando aún no se había convertido al Señor, nunca tuvo conflictos con los
gitanos, ya vemos por el testimonio de Eva la alegría que le dio su elección
para ser padrino, pues le brindaba la oportunidad de iniciarles y acompañarles
en el desarrollo de su fe, que les resultaría bastante difícil en su ambiente.
Víctor apadrinando el bautismo de dos gitanos |
De por sí, el grupo gitano nunca ha sido
cercano a la Iglesia ni a la sociedad. Nunca se han integrado ni lo desean. El
bautizarse, hacerse creyente y participar en las celebraciones con los payos,
siempre ha sido mal visto por el grupo, pues supone un acercamiento a los payos
y un vivir como ellos.
Ya
vemos la alegría con que aceptó la invitación del párroco y la buena
disposición para cumplir con su compromiso. Su hija Eva habla de que les
llevaba alimentos y da a entender que lo hacía con frecuencia, con lo que se
ganó su confianza, Aunque nada diga de su formación religiosas, seguro que
aprovechaba esas visitas para animarles a cumplir con sus compromisos bautismales,
pues los padrinos de bautismo no lo son para ofrecer obsequios y regalos, sino
para velar por su fe. Es una de las preguntas que se les hace de si están
dispuestos a velar por su formación cristiana. Víctor se comprometió y cumplió
fielmente con ese compromiso y al ver a sus gitanos comportarse como
buenos creyentes, fue para él motivo de
especial alegría.
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