sábado, 27 de octubre de 2018

Florecillas. Me infundió paz y esperanza.

Eusebia Arranz con sus suegros Domingo, hermano de Víctor y Juliana.


Cuando Víctor vivía en Medina del Campo, yo pasé por un problema y desde mi domicilio de Valladolid, donde yo vivía, acudí a él por teléfono para que me ayudara a sobrellevarle. Él me infundió paz y esperanza y me aconsejaba hacer oración como la mejor ayuda para salir del problema. Recuerdo que me mandó dos estampas con oraciones y que yo las rezaba todos los días al comenzar las clases con los niños del curso que yo estaba de maestra. Haciendo oración como Víctor me aconsejaba, llegué a sentir la paz y la tranquilidad que Víctor irradiaba, como reflejo de santidad (Eusebia Arranz)

Eusebia Arranz, esposa de Enrique Rodríguez, sobrino carnal de Víctor, acuciada por un problema que no la dejaba dormir, acudió a Víctor en busca de ayuda y fortaleza para sobrellevarlo con paciencia, y con lo que le se encontró, fue mucho más de lo que esperaba: paz y esperanza.

Tanto la paz como la esperanza, son difíciles de conseguir cuando se está atravesando por situaciones de angustia, por más consejos que se le den, e incluso por más sedantes que se tomen. En esas situaciones, siempre se necesitan y se agradecen las muestras de comprensión y de solidaridad de las personas cercanas, pero en este caso no sólo recibió consuelo, sino lo que más necesitaba: Paz en esos momentos difíciles que estaba pasando y esperanza de que esos problemas desaparecerían.

Eusebia Arranz con un grupo de familiares.

Los consejos que Víctor la dio, no pudieron ser más acertados y eficaces. La animaba a meditar en la Pasión del Señor y a que, a través de la oración, descubriera la voluntad de Dios y aceptara las pruebas por las que estaba pasando, pues no eran tan duras como las que pasó Jesús por nosotros, dándonos ejemplo a llevar la propia cruz como Él lo hizo.

Pero lo más importante es que la infundió paz y esperanza. Nadie da lo que no tiene. Si Víctor pudo transmitir esa paz y esa esperanza fue porque él las había conseguido después de superar pruebas más difíciles que las de Eusebia y por eso se convertía en testimonio claro de que es posible tener paz en medio de las pruebas, porque es Dios quien se lo concede a los que en Él confían. 

Marta Rodríguez hija de Eusebia y sobrina nieta de Víctor

La recomendó que en la oración recordase y a la vez pidiese al Señor que le concediera lo que dice San Pablo: “¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿Las dificultades, las angustias, las persecuciones, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?... Todo esto lo superamos fácilmente por el amor de Dios que nos conforta. Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni soberanías, ni lo presente ni lo futuro, ni poderes, ni alturas, ni abismos, ni ninguna otra criatura podrá privarnos del amor de Dios, presente en el Mesías Jesús, Señor nuestro” (Rom 8, 35-39).

Las palabras, el ejemplo y las oraciones de Víctor contribuyeron eficazmente a que Eusebia recuperara la paz y la esperanza.




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