Eusebia Arranz con sus suegros Domingo, hermano de Víctor y Juliana. |
Cuando
Víctor vivía en Medina del Campo, yo pasé por un problema y desde mi domicilio
de Valladolid, donde yo vivía, acudí a él por teléfono para que me ayudara a
sobrellevarle. Él me infundió paz y esperanza y me aconsejaba hacer oración
como la mejor ayuda para salir del problema. Recuerdo que me mandó dos estampas
con oraciones y que yo las rezaba todos los días al comenzar las clases con los
niños del curso que yo estaba de maestra. Haciendo oración como Víctor me
aconsejaba, llegué a sentir la paz y la tranquilidad que Víctor irradiaba, como
reflejo de santidad (Eusebia Arranz)
Eusebia
Arranz, esposa de Enrique Rodríguez, sobrino carnal de Víctor, acuciada por un
problema que no la dejaba dormir, acudió a Víctor en busca de ayuda y fortaleza
para sobrellevarlo con paciencia, y con lo que le se encontró, fue mucho más de
lo que esperaba: paz y esperanza.
Tanto
la paz como la esperanza, son difíciles de conseguir cuando se está atravesando
por situaciones de angustia, por más consejos que se le den, e incluso por más
sedantes que se tomen. En esas situaciones, siempre se necesitan y se agradecen
las muestras de comprensión y de solidaridad de las personas cercanas, pero en
este caso no sólo recibió consuelo, sino lo que más necesitaba: Paz en esos
momentos difíciles que estaba pasando y esperanza de que esos problemas
desaparecerían.
Eusebia Arranz con un grupo de familiares. |
Los
consejos que Víctor la dio, no pudieron ser más acertados y eficaces. La
animaba a meditar en la Pasión del Señor y a que, a través de la oración,
descubriera la voluntad de Dios y aceptara las pruebas por las que estaba
pasando, pues no eran tan duras como las que pasó Jesús por nosotros, dándonos
ejemplo a llevar la propia cruz como Él lo hizo.
Pero
lo más importante es que la infundió paz y esperanza. Nadie da lo que no tiene.
Si Víctor pudo transmitir esa paz y esa esperanza fue porque él las había
conseguido después de superar pruebas más difíciles que las de Eusebia y por
eso se convertía en testimonio claro de que es posible tener paz en medio de
las pruebas, porque es Dios quien se lo concede a los que en Él confían.
Marta Rodríguez hija de Eusebia y sobrina nieta de Víctor |
La
recomendó que en la oración recordase y a la vez pidiese al Señor que le
concediera lo que dice San Pablo: “¿Quién podrá apartarnos del amor de
Cristo? ¿Las dificultades, las angustias, las persecuciones, el hambre,
la desnudez, los peligros, la espada?... Todo esto lo superamos
fácilmente por el amor de Dios que nos conforta. Porque estoy
convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni soberanías, ni lo presente
ni lo futuro, ni poderes, ni alturas, ni abismos, ni ninguna otra criatura
podrá privarnos del amor de Dios, presente en el Mesías Jesús, Señor nuestro”
(Rom 8, 35-39).
Las
palabras, el ejemplo y las oraciones de Víctor contribuyeron eficazmente a que
Eusebia recuperara la paz y la esperanza.
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