sábado, 6 de octubre de 2018

Florecillas Misas de San Gregorio

San Gregorio Magno

 “Vino a verme a la muerte de mi marido, desde el pueblo de la provincia de Palencia donde vivía (Velillas del Duque) a Madrid, donde yo vivía. Me preguntó si había encargado ya las misas de San Gregorio. Le dije que no. Y me dijo: “Encárgaselas ya”. Todo lo que dijo para consolarme fue muy espiritual y me hizo mucho bien. Era un santo que transpiraba santidad (Carmen Arias).

Conocemos muy bien la atención de Víctor a los enfermos y la delicadeza con lo que les trataba. Esa delicadeza aumentaba con los enfermos graves para los que ya no servían los medicamentos y el momento de su partida a la casa del Padre era inminente. En esos casos se ocupaba de prepararles para una buena muerte y cuando les veía dispuestos a recibir los últimos sacramentos, él mismo se encargaba de encontrar el sacerdote que se los administrase.

Sabiendo que una vez fallecidos la mejor obra de caridad para con los difuntos es orar por ellos, y que para salir del purgatorio, caso de encontrarse en él, más valioso que las oraciones es ofrecer por ellos el sacrificio de la misa, por su valor infinito, procuraba encargar misas por ellos lo antes posible.

Almas en el purgatorio.

En el caso concreto de la muerte del marido de su amiga Carmen Arias, tuvo la delicadeza de desplazarse desde Velillas del Duque a Madrid, para acompañarla y consolarla en esos momentos de dolor, como testifica Carmen. Pero lo primero que hizo fue preguntarla: ¿Has encargado ya las misas de San Gregorio por él? Al responderle que no, sus palabras fueron contundentes: “Encárgaselas ya”. ¿Por qué ese apremio? ¿Qué son las misas de San Gregorio o misas gregorianas?

Las misas gregorianas es una práctica instituida por el Papa San Gregorio Magno, que consiste en la celebración de treinta misas consecutivas por un recién fallecido para conseguir su salida del purgatorio. San Gregorio Magno recomienda esta práctica a raíz de lo sucedido a la muerte de un monje en un monasterio de benedictinos en el que él era abad en ese momento. 

Cuenta en su obra “Diálogos”, que un monje llamado Justo, que ejercía la medicina, había aceptado sin permiso una moneda de oro, faltando así gravemente a la pobreza. Después recapacitó, se arrepintió y tanto le dolió, que hasta enfermó y murió al poco tiempo. Aunque murió arrepentido, San Gregorio, como abad, para inculcar a los monjes horror a este pecado, hizo que le enterraran fuera de las tapias del cementerio en un basurero donde también echó la moneda de oro haciendo repetir a los monjes las palabras que San Pedro dirigió a Simón Mago: “Que tu dinero perezca contigo”.

Celebrando misas gregorianas.


Pero cayó en la cuenta de que había sido demasiado fuerte y que lo más importante era pedir por su salvación, y para conseguirlo mandó celebrar treinta misas seguidas. El mismo día que terminaron las misas, Justo se apareció a otro monje llamado Copioso diciéndole que subió al cielo libre de las penas del purgatorio gracias a las 30 misas celebradas por él.

Así lo relata San Gregorio y desde esa fecha se vienen encargando las misas gregorianas por los difuntos. En eso se basa la urgente recomendación de Víctor a su amiga Carmen Arias: “Encárgaselas ya”.


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