Iglesia parroquial de Velillas del Duque |
Cuando
al pueblo llegué, a la puerta del templo de Dios llamé. Banquete están
celebrando, en él participé. Del Divino Cordero me alimenté. Saciado quedé.
La
experiencia espiritual vivida por Víctor durante 12 años en el pequeño pueblo
de Velillas del Duque, es fundamental. Su vivienda lindaba con la Iglesia, por
lo que el acceso le resultaba sencillo aun los días de lluvia o de nieve, tan
frecuentes en invierno. Además, como el párroco le dejaba las llaves,
aprovechaba todos los momentos que las ocupaciones se lo permitían, para
pasarlos en la Iglesia al lado de su Amigo Jesús. Ni que decir tiene, que los
pocos días que se celebraba la Eucaristía en el pueblo por la escasez de
vecinos, allí participaba del Banquete a que alude, pero la mayoría de los días
tenía que desplazarse a pueblos vecinos para no privarse del Banquete
Eucarístico.
Institución del Banquete de la Eucaristía. |
Cuando
al pueblo llegué, a la puerta del templo de Dios llamé: Sus
desplazamientos a los pueblos cercanos, podemos comprobar que no los hacía por
motivos económicos o familiares, sino para acercarse al templo de Dios. Y como
en todos los pequeños pueblos de Castilla lo más destacado y visible desde
kilómetros es la iglesia, no necesitaba información para llegar, sino simplemente
mirar a la torre para llegar directamente al templo.
Lo primero
que conoció de todos los pueblos a los que tuvo que desplazarse, fue la
Iglesia, lugar donde se celebraba el Banquete Eucarístico. y a partir de ahí,
iba conociendo y entablando amistad con los comensales de los distintos pueblos
y entablando con ellos una cercana amistad, que terminaría convirtiéndose en
admiración hacia Víctor, por la humildad y cercanía que percibían en el
enamorado de Dios.
Iglesia parroquial de Quintanilla de Onsoña. |
Banquete
están celebrando, en él participé: ¿Qué animaba a Víctor a realizar
esos desplazamientos diarios a veces teniendo que sufrir las inclemencias del
tiempo? Pues que iba a un Banquete, y a un
Banquete siempre se acude con alegría, pues es como la culminación de
una fiesta. Y el Banquete es tanto más atractivo, cuánto más lo sean los
alimentos que se ofrecen. Así es que Víctor, todos los días se desplazaba con
júbilo y alegría porque iba a participar en el gran Banquete en el que le
ofrecían los mejores y más saludables manjares, capaces no solamente de
mantener su salud espiritual, sino de llevarla a plenitud.
Del
Divino Cordero me alimenté. Saciado quedé. Antes de acercarse al Banquete,
ya conocía de antemano el suculento alimento que se le ofrecía, y como sabía
que el alimento que allí tomaba era alimento de vida eterna, saciado quedaba de
esperanza de vida feliz para siempre.
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