Hogar familiar de Víctor en Quintanadiez de la Vega (Palencia) |
¿Se
trata de un milagro por el que el Señor, no solamente le salvó la vida, sino
que incluso le resucitó, cuando solamente tenía dos años, por intercesión de la
Sagrada Familia, y en concreto por medio de María que le tomó de la mano? Es lo
que se deduce de sus palabras, pues no habla de simple
curación o de muerte aparente, sino de que “la muerte llegó y me arrebató”
y de que se encontró “con Jesús, María y José, al traspasar el umbral”,
que separa esta vida de la otra.
Víctor (primero de la izquierda) con su padre (primero de la derecha) y con sus hermanos |
Efectivamente,
los padres por muerto le daban y no sin motivos, pues para esas fechas ya se
les habían muerto tres hijos, en circunstancias y con síntomas parecidos. En
esa época, la mortandad infantil era muy alta por falta de médicos y de
medicinas. Seguramente fueron los propios padres los que, siendo ya joven, le
explicarían que le habían llorado por muerto y que le llamaban “pinto” porque
en la frente y en la cara comenzaron a aparecer unas manchas coloradas que les
devolvió la esperanza.
Los
detalles de esa enfermedad, de haberle dado por muerto cuando tenía dos años y
de que en su frente y en su cara comenzaron a verse unas manchas coloradas que
indicaban que no estaba muerto, muy bien se lo pudieron contar sus padres y los
hermanos mayores, que fueron testigos de lo sucedido; pero, ¿cómo explicar lo
de su muerte, de su encuentro con Jesús, María y José, y de que María le tomó
de la mano y le devolvió a la vida?
Surge
otra pregunta: ¿Cómo Víctor, ya adulto, pudo recordar algo que le sucedió cuando
no tenía más que dos años, si de esa edad no podemos recordar nada y menos con
tanta precisión? Lo poco que conocemos de nuestra infancia se lo debemos a los
seres queridos que se han encargado de recordarnos con cariño cosas que hicimos
de pequeños, pero nadie pudo hablarle de ese encuentro con Jesús, María y José,
pues de eso no fueron testigos ni él tenía edad para explicarles esa
experiencia.
De
tratarse de un milagro, como parece por todos los indicios, ahí encontraríamos
la explicación de su posterior entrega incondicional al Señor, especialmente a
partir del momento de su verdadera conversión, en la que también estuvo de
nuevo presente María, como lo refleja en estas palabras: “Al cambiar de vida
de luz me llenó. Claro empecé a ver el camino herrado que había dejado. Gracia
sobre gracia sobre mí derramó, por eso todo cambió. Poco a poco me enamoró. En
todo la Virgen medió”.
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