Primera foto de Víctor y Asunción después de su matrimonio |
Cuando
al matrimonio llegamos, unidos en Dios quedamos. Al aceptar cuantos hijos nos
dabas, de gracias nos llenabas. A la Iglesia los llevamos para hacerlos
cristianos. Caminos distintos siguieron, porque libres fueron. Los frutos que
cosecharon, fueron los que cultivaron.
Víctor
contrajo matrimonio con Asunción Merino Cuadrado, como consta por la partida de
matrimonio que dice:
“D. Víctor Rodríguez Martínez, natural de
Quintanadiez de la Vega, Diócesis de Palencia, de 23 años de edad, de estado
soltero, hijo de D. Daniel Rodríguez y de Margarita Martínez, y Dª. Asunción
Merino Cuadrado, natural de Bustillo de la Vega, diócesis de Palencia,
domiciliada en Quintanadiez, provincia de Palencia, de 22 años de edad, de
estado soltera, hija de D. Martín Merino, y de Dª. Aquilina Cuadrado.
Contrajeron
matrimonio el día 24 de julio de 1948, en la Iglesia Santuario de la Virgen del
Valle (Saldaña). Asistió al matrimonio el presbítero D. Federico Campo, párroco
de Quintanadiez de la Vega”.
Fueron
testigos: Macario Lozano y Atanasio González
Los
padrinos fueron Crescencio Rodríguez y Evangelina Merino”.
Víctor con sus hijos en que falta Eva, la más pequeña. |
Cuando
al matrimonio llegamos, unidos en Dios quedamos. En estas breves
palabras demuestra que tenía un concepto claro de lo que hacía al recibir ese
sacramento. Seguro que Víctor no conocía las normas que la Iglesia establece en
el Código de Derecho Canónico acerca de “la alianza matrimonial por la que el
varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado
por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y
educación de la prole” (C. 1055); pero sí que “las propiedades esenciales del
matrimonio son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio cristiano
alcanzan una particular firmeza por razón del sacramento” (C. 1056).
También
conocía muy bien la respuesta que Jesús dio a los fariseos cuando le
preguntaron si estaba permitido el divorcio, a lo que responde: “Ya al
principio el creador los hizo varón y hembra, y dijo: Por eso dejará el hombre
a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser. De
modo que ya no son dos, sino un solo ser; luego, lo que Dios ha unido, que no
lo separe el hombre” (Mt 19, 4-6).
Al
aceptar cuantos hijos nos dabas, de gracias nos llenabas. El
matrimonio, instituido por Dios y elevado por Cristo a la categoría de
Sacramento, está ordenado a la generación y educación de la prole. Víctor y
Asunción cumplieron fielmente con esa misión. La mejor prueba es que tuvieron
hasta diez hijos, aunque tres fallecieron casi al nacer, y que, si el primero,
José Francisco, fue para ellos una bendición y una gracia, así lo fueron todos
hasta Eva, la última de sus hijos.
A
la Iglesia los llevamos para hacerlos cristianos. Caminos distintos siguieron.
A todos trataron de darles una formación adecuada, muy superior a la que ellos
recibieron, pero de lo primero que se preocuparon fue de hacerlos cristianos y
darles buen ejemplo de vida.
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