Víctor ya con alzheimer llevando su enfermedad con paz y alegría. |
Varias
veces oí estas palabras de sus labios: Sé que la muerte es muy dura y hay
que pasarla solo, al tiempo que manifestaba la certeza de su fe de
confiar y saber que Jesucristo y María estarían acompañándole en el trance a la
eternidad.
En
el primer período de la enfermedad, cuando ésta comenzó a tener sus primeras
manifestaciones de pérdida de memoria, antes que supiésemos que papá tenía
Alzheimer, su médico le recetó una medicina para la memoria que tenía que tomar
varias veces al día. Después de llevar un tiempo tomando la medicina dejó de
hacerlo, porque entre los efectos secundarios de dicha medicina, uno de ellos
producía excitación sexual y prefería quedarse sin memoria que faltar a la
pureza. Puede ser que él se lo achacara a la medicina y que fueran otras las
causas las que le produjeron la excitación sexual. Lo cierto es que él pensó
que era por esa causa y por eso dejó de tomar la medicina, pues para él era
más importante vivir en gracia de Dios que quedarse sin memoria, con
dolerle tanto como le dolió su pérdida de memoria.
Como
carmelita descalzo seglar, tenía votos según su condición de esposo y padre de
familia, de castidad matrimonial que vivió cristianamente con su esposa,
abiertos siempre ambos a la vida y aceptando los hijos que Dios les dio,
que fueron diez. A todos nos bautizaron lo más pronto posible por lo
que suponía para ellos la vida sobrenatural para sus hijos, ya que ésta se
recibe por medio del sacramento del bautismo.
Recuerdo
que, antes de que se casaran sus hijos, los domingos, cuando estábamos en casa,
se rezaba el Rosario. Era durante el descanso del futbol, así nadie se
escapaba.
Cuando
los hijos mayores ya no vivían en casa, era los domingos cuando se celebraba el
cumpleaños de los miembros de la familia. A veces, después de comer se ponían a
jugar a las cartas. A veces también se encontraba algún amigo de mis hermanos
mayores. En una de estas reuniones se pusieron a jugar al póker por dinero. Papá
se enojó mucho y prohibió jugar en casa nunca a ese juego ni a ningún otro
juego por dinero.
Víctor
tenía un completo despego al dinero. Personalmente nunca vi a papá comprarse
ropa. Siempre decía que tenía suficiente ropa hasta que se muriese. Era mamá la
que tenía que estar siempre detrás de él para que se comprara algo siendo ella
la que se encargaba de hacerlo, incluidas las zapatillas de andar por casa. Él
daba importancia a lo esencial. Como cuando en la preparación de mi primera
comunión, que todo fue sencillo. El vestido que me compraron mis padres fue
un vestido normal de vestir, no uno de primera comunión. Lo importante era
recibir el sacramento.
Víctor,
no criticaba ni murmuraba ni hablaba mal de los demás. Era un hombre
silencioso, callado, muy paciente, austero, generoso, tenía dominio sobre sí mismo. En él se podían apreciar
claramente los dones del Espíritu Santo.
Son
muchas las personas que podían dar testimonio de su bondad, de su sabiduría
divina y de su santidad. Todos aquellos a quienes Dios puso en su camino y a
quienes él ayudó. Lo hizo viendo siempre a Cristo en ellos y considerándoles
como verdaderos hermanos.
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