Tu padre es un santo. Son las palabras que Begoña recuerda de su primera confesión. |
Papá
se ocupaba también con gran celo de nuestro bienestar espiritual. Buscaba el
máximo bien, la salvación de sus seres queridos tratando siempre de ayudar a
que todos se acercasen a Dios, procurando ayudar en todas las necesidades
espirituales.
A
la edad de siete años, fue mi padre quien me llevó a confesarme antes de
recibir la Primera Comunión. Me llevó a que hiciera mi primera confesión con el
sacerdote que era su confesor. Sólo recuerdo una cosa de aquel día. Las
palabras que me dijo el sacerdote: Tu padre es un santo. Tienes un padre que
es un santo. Papá tenía entonces 46 años. A mí me quedaron grabadas esas
palabras que entonces no entendía su significado.
En
distintas ocasiones, queriéndole regalar algún obsequio con motivo del día del
padre o por su cumpleaños, le preguntaba qué quería que le regalase, a lo que
él siempre respondía: Que te confieses.
Encargaba las Misas Gregorianas por familiares y amigos fallecidos. |
Se
ocupaba del bien espiritual, no sólo de los vivos, sino también de los
difuntos. Siempre encargaba que se celebrasen por los familiares fallecidos las
misas gregorianas, que encargaba que se celebrasen en algún monasterio. Su
prioridad era siempre la salvación de las almas.
Recuerdo
siendo niña que, cuando falleció mi abuelo materno, fue papá uno de los que
ayudó a cavar la fosa del abuelo Martín. No faltó en su vida la práctica de
ninguna de las obras de misericordia por amor a Dios. Su fidelidad a Jesucristo, pobre y
humilde, le llevó a optar por la radicalidad en la entrega en todos los aspectos
de la vida, entrega radical vivida con la gran generosidad, paz y bondad
que reflejaba su rostro.
El
tiempo que daban de descanso a los trabajadores, él lo ocupaba en orar.
Renunció a un ascenso en la empresa donde trabajaba, porque esto le impedía orar
en el tiempo de descanso.
A todos sus enemigos perdonó, como Juan Pablo II |
A
los compañeros que tanto sufrimiento le causaron, nunca dejó de ayudarles
cuando lo necesitaron. Fueron muchos los que acudieron a él a pedirle consejo y
ayuda cuando lo necesitaban. A algunos de sus compañeros les ayudaba a hacer la
declaración de la renta. Como buen cristiano amó siempre a los que mal le
hicieron y nunca les negó su ayuda. Burlas, risas y menosprecios no le
faltaron a Víctor de sus compañeros. A todos los amó con amor cristiano.
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