sábado, 24 de marzo de 2018

Testimonios Begoña (IX)

Begoña como religiosa Misionera de la Caridad con su padre y familiar


Cuando acudía a la parroquia de San Clemente Romano, una vez una mujer entabló conversación con él. Estaba en búsqueda de su vocación y él la ayudó en tantas conversaciones espirituales que tuvieron. Ella entró en un convento de clausura.
También Víctor y Asunción hospedaban en su casa a personas que pasaban por el pueblo cuando vivían en Velillas.

Cuando yo sentí la vocación de misionera, fue mi padre el que me acompañó a las Misioneras de la Caridad. Papá preguntó todo lo referente a la vida que llevaban las religiosas: horarios, cuántas horas dedicaban a la vida de oración, que tipo de oración hacían, cuántas horas dormían, comidas, trabajo. Entendía perfectamente la vida religiosa. De la misma manera fue papá quien explicó a su hija Eva qué tipo de vida se llevaba en el Carmelo cuando esta decidió entrar en la clausura del Carmelo. Papá siempre nos aconsejaba que nunca dejáramos la oración, pasara lo que pasare.
 
Centro Día de la Cruz Roja en Medina del Campo.
Víctor estuvo asistiendo durante año y medio al Centro de Día de la Cruz Roja en Medina del Campo. Fue una penitencia y purificación para él. Cada día, cuando mi madre le preparaba para llevarle al minibús que le pasaba a recoger, él preguntaba si había misa y cuándo iban a misa. Cuando veía al bus acercarse, decía a su esposa: Tú te quedas, yo me voy, agarrándola muchas veces con fuerza de la mano.

El último mes y medio de su vida, lo vivió en una residencia geriátrica. Fue obligado llevarle allí en contra de la voluntad de su esposa, pues ni su esposa ni ninguno de sus hijos podía ofrecerle los cuidados que él necesitaba. Allí fue donde Nuestro Señor fue a buscarle para llevarle con Él, para premiarle todo lo que había hecho por amor suyo. El 21 de febrero de 2012 nos llamaron por teléfono para decirnos que había fallecido. Murió de la misma manera que había vivido. Escondido en Cristo.
 
Residencia Geriátrica de Medina del Campo en la que falleció Víctor.
Víctor estuvo encamado tres días antes de su muerte. Le habían puesto una sonda nasogástrica para administrarle alimento. Tenía desde hacía varios años una bolsa de diuresis.

La residencia donde falleció, se encuentra situada a las afueras del pueblo. Murió como Jesús, a las afueras de la ciudad. Murió de madrugada y se encontraba solo, sin ninguna compañía humana, ni de sus familiares. Dios no permitió que le acompañara ningún ser querido, a pesar de que a diario recibía la visita de su esposa y nunca faltaban, en los fines de semana, la presencia de sus hijos y sus nietos que venían desde Madrid a visitarle.

Fue la noche del 21 de febrero, cuando el Señor se llevó a la casa del Padre a premiarle tanto como había hecho por amor suyo. Falleció por la noche, sólo con Jesús y María.
Dios eligió venir a buscarle de noche, de madrugada, como cuando en casa hacía oración o estaba ante el Santísimo el 21 de cada mes siendo adorador. Nadie presenció su muerte. El que había vivido solo para Dios, en silencio y soledad, en silencio y soledad murió. Solo con Dios.





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