Papá, ¿quieres morirte? Sí, pero cuando Dios quiera. |
Nunca
durante su enfermedad estuvo deprimido. Durante muchos años antes de su
enfermedad, muchas veces manifestó su deseo de morirse para ir con Dios, pero
siempre decía, que cuando Dios lo quisiera. En noviembre de 2011 estuvo
ingresado en el hospital de Medina del Campo a causa de una infección de orina
que se complicó, llegando a tener septicemia. Ingresó en el hospital
inconsciente, le metieron en cuidados intensivos, y poco a poco se fue
recuperando. Uno de los días en los que permanecí con él, le pregunté: ¿Papá,
te quieres morir? Se le iluminó el rostro. Su semblante brillaba y era como
si estuviera en el cielo. No hacía falta que me diera una respuesta con
palabras, pero también me la dio: “Sí, pero cuando Dios quiera”.
La
enfermedad del Alzheimer, nunca le hizo perder la presencia de
Dios habitando en su alma. Seguía orando, incluso cuando ya no podía leer,
ni tomaba el rosario en sus manos. Yo le preguntaba a veces: Papá. ¿Qué haces?
“Rezando”. Otras veces le decía: ¿En que piensas? “En Dios”. Con
frecuencia sus respuestas me sorprendían con la certeza y la convicción con que
respondía, hablando cosas de Dios, tales como estas: Jesucristo lo es todo.
Jesucristo es lo más importante.
Iglesia de Velillas donde oraba con frecuencia. |
En
el verano del 2010, año y medio antes de su fallecimiento, estando en Velillas
del Duque (Palencia), paseaba con él por el pueblo mientras se jugaba la final
de futbol del mundial. Comenté a papá. Hay futbol. La gente está viendo el
partido de futbol porque juega España. ¿A ti no te interesa el futbol? “No”. ¿Qué
te interesa? “Jesucristo”. Clara, firme, contundente y llena de convicción
fue su respuesta.
Diariamente,
incluso cuando la enfermedad estaba en un proceso muy avanzado, papá no dejaba
de preguntar: ¿Hay misa hoy? ¿Cuándo vamos a misa? La misa, decía, es lo más
importante.
Los
veranos que Víctor pasó en Velillas del Duque estando ya enfermo, pedíamos a la
sacristana la llave de la Iglesia y llevaba a papá a hacer visitas al
Santísimo. En esta época ya no había misa a diario, ni siquiera todos los
domingos. Siempre que le preguntaba si quería ir a la Iglesia decía que sí.
Allí se sentaba en un banco de la Iglesia en silencio orando. De repente, en
cierta ocasión, volvió su rostro y mirándome me dijo: No tengas miedo.
Jesucristo siempre está con nosotros. Siempre está contigo. Nunca nos deja.
Escapulario del Carmen como con el que murió.
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Le
gustaba mucho cantar en la Eucaristía de los domingos. Si se cantaba algún
canto, tanto en Medina del Campo como en Velillas, él cantaba de lo que se
acordaba, aún con su Alzheimer. La enfermedad tampoco le borró el amor que
tenía a los pobres. Fue mucho el bien que hizo a los pobres y hablaba mucho de
ellos.
Papá
fue un gran devoto de la Virgen del Carmen. Amaba mucho a la Santísima Virgen y
confiaba que ella estaría acompañándole en el trance de su muerte. Murió con
el escapulario de la Virgen del Carmen que llevó, desde joven, hasta el
final de su vida.
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