sábado, 17 de marzo de 2018

Testimonios Begoña (VII)

Papá, ¿quieres morirte? Sí, pero cuando Dios quiera.

Nunca durante su enfermedad estuvo deprimido. Durante muchos años antes de su enfermedad, muchas veces manifestó su deseo de morirse para ir con Dios, pero siempre decía, que cuando Dios lo quisiera. En noviembre de 2011 estuvo ingresado en el hospital de Medina del Campo a causa de una infección de orina que se complicó, llegando a tener septicemia. Ingresó en el hospital inconsciente, le metieron en cuidados intensivos, y poco a poco se fue recuperando. Uno de los días en los que permanecí con él, le pregunté: ¿Papá, te quieres morir? Se le iluminó el rostro. Su semblante brillaba y era como si estuviera en el cielo. No hacía falta que me diera una respuesta con palabras, pero también me la dio: “Sí, pero cuando Dios quiera”.

La enfermedad del Alzheimer, nunca le hizo perder la presencia de Dios habitando en su alma. Seguía orando, incluso cuando ya no podía leer, ni tomaba el rosario en sus manos. Yo le preguntaba a veces: Papá. ¿Qué haces? “Rezando”. Otras veces le decía: ¿En que piensas? “En Dios”. Con frecuencia sus respuestas me sorprendían con la certeza y la convicción con que respondía, hablando cosas de Dios, tales como estas: Jesucristo lo es todo. Jesucristo es lo más importante.

 Iglesia de Velillas donde oraba con frecuencia.
En el verano del 2010, año y medio antes de su fallecimiento, estando en Velillas del Duque (Palencia), paseaba con él por el pueblo mientras se jugaba la final de futbol del mundial. Comenté a papá. Hay futbol. La gente está viendo el partido de futbol porque juega España. ¿A ti no te interesa el futbol? “No”. ¿Qué te interesa? “Jesucristo”. Clara, firme, contundente y llena de convicción fue su respuesta.

Diariamente, incluso cuando la enfermedad estaba en un proceso muy avanzado, papá no dejaba de preguntar: ¿Hay misa hoy? ¿Cuándo vamos a misa? La misa, decía, es lo más importante.

Los veranos que Víctor pasó en Velillas del Duque estando ya enfermo, pedíamos a la sacristana la llave de la Iglesia y llevaba a papá a hacer visitas al Santísimo. En esta época ya no había misa a diario, ni siquiera todos los domingos. Siempre que le preguntaba si quería ir a la Iglesia decía que sí. Allí se sentaba en un banco de la Iglesia en silencio orando. De repente, en cierta ocasión, volvió su rostro y mirándome me dijo: No tengas miedo. Jesucristo siempre está con nosotros. Siempre está contigo. Nunca nos deja.

Escapulario del Carmen como con el que murió.


Le gustaba mucho cantar en la Eucaristía de los domingos. Si se cantaba algún canto, tanto en Medina del Campo como en Velillas, él cantaba de lo que se acordaba, aún con su Alzheimer. La enfermedad tampoco le borró el amor que tenía a los pobres. Fue mucho el bien que hizo a los pobres y hablaba mucho de ellos.

Papá fue un gran devoto de la Virgen del Carmen. Amaba mucho a la Santísima Virgen y confiaba que ella estaría acompañándole en el trance de su muerte. Murió con el escapulario de la Virgen del Carmen que llevó, desde joven, hasta el final de su vida.


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