Ejemplo de taquillas. Víctor nunca cerraba la suya con llave. |
Pregunta:
¿Qué más recuerda sobre la santa vida de su santo esposo?
Respuesta:
Recuerdo que en la fábrica donde trabajaba, nunca dejaba la taquilla
cerrada y en varias ocasiones se dejó el sueldo en ella. Cuando yo se lo pedía,
decía que se le había olvidado y al día siguiente siempre lo encontraba
intacto. Así eran de respetuosos con él, por entonces, sus compañeros, pues
luego le hicieron mucho sufrir, como él mismo lo da a entender en sus Hechos de
Vida.
Siempre
se apartaba de las conversaciones vanas. En el trabajo, en la hora del
bocadillo, al principio lo comía con los demás, pero más tarde dejó de llevar
el bocadillo y mientras sus compañeros lo comían, él se dedicaba a rezar el
rosario, debido a que las conversaciones de sus compañeros no eran nada
edificantes.
Además
de visitar a los enfermos en el hospital estando en Madrid, como ya queda
dicho, en Velillas del Duque a donde nos trasladamos a vivir desde Madrid, iba
a visitar a los enfermos a las casas. Había un enfermo llamado Eulogio, que
estuvo 20 años en cama, sólo cuidado por su mujer, pues no tenían hijos. Víctor
iba a charlar con él y a hacerle compañía. También en Sabarís (Pontevedra), aun
estando de vacaciones, visitaba a los enfermos y hasta llegó a curar a algunos
de ellos usando reliquias de Santa Teresa y Santa María Maravillas.
Visitaba y compartía con los enfermos |
Viviendo
en Velillas del Duque fuimos un día al pueblo donde él había nacido y al llegar
a su pueblo, se enteró que había en el pueblo un vecino que se estaba muriendo.
Se llamaba (X) y había sido amigo suyo durante los años que vivió en su pueblo.
Después
de saludar al enfermo y charlar un rato con él y con las personas que estaban
acompañándole, dijo a los que le estaban acompañando que por favor le dejaran un
rato solo con el enfermo, como así lo hicieron. Y no sé lo que le diría, lo
cierto es que, a pesar de que su vida no había sido nada religiosa, al terminar
de hablar con Víctor, pidió confesión y comunión y murió después de confesarse
y de recibir la comunión y la unción de enfermos.
Para
terminar diré que dejó huella en muchas personas, pues lo suyo era ayudar a
todos, con todo amor, por amor a Dios y por amor a cada uno de ellos y que no
pasa ni un día que no me acuerde de él y que pida a él por mí y por todos.
Así
concluye el testimonio de la persona que más años compartió con Víctor y que
fue el mejor testigo de su evolución espiritual. Destaca que siempre fue
caritativo, aún antes de su conversión, como se comprueba en la cesión de su
casa familiar a su amigo Nozal mientras reparara la suya que había sufrido un
incendio, o cuando la cedió para que en ella se celebrara el velatorio del que
había sido su socio.
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