sábado, 30 de julio de 2022

Florecillas Bondad con el enemigo



No teníamos conocimiento de los sufrimientos que le reportaban los compañeros de trabajo a los que él alude en sus escritos. Alguno de los que más le hizo sufrir, vino a nuestra casa años más tarde, cuando se cerró la fábrica, a que le ayudase a arreglar su nueva situación laboral y mi padre le acogió con toda caridad y bondad (Eva).

 

Si Víctor trató de ocultar sus taquicardias, en cuanto le fue posible, para que ni su esposa ni sus hijos sufrieran o se preocuparan, otro tanto sucedió con los sufrimientos morales, que supo disimular de tal manera, que de no ser por los escritos autobiográficos que se conocieron a partir de su muerte, nadie lo hubiera sospechado.

Y nadie lo hubiera sospechado, porque de todos hablaba bien, porque todos le ayudaban a ser humilde y a practicar la caridad cristiana, es decir, todos le ayudaban a cumplir la voluntad de Dios.

 

Su perdón a los que le humillaban fue tan sincero, que bien pudo escribir: “A mis enemigos buscaba y no los encontraba. Al que me humilló, buenos bienes me pasó, por su causa la humildad en mí creció. A quien me hizo sufrir, la paciencia me activó. El que mal me quería, de él bienes recibía. De todos, agradecido estoy, siempre por ellos oré y en Dios les amé”.



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