miércoles, 27 de julio de 2022

Habla Víctor Valor del sufrimiento (IV)

 Escena del Buen Samaritano.


Buen samaritano es todo aquel que se para junto al sufrimiento de otro hombre, sin curiosidad, con disponibilidad al sufrimiento ajeno, ofreciendo ayuda eficaz, dentro de lo posible; pone corazón y medios, dando su propio yo. Palabras de gratitud del Papa a todos los que ofrecen sus servicios al que sufre, especialmente a los que lo hacen fuera de su trabajo profesional, incrementado si es apostólico y en unión con la Iglesia.

La ayuda familiar entre todos sus componentes. La de la Iglesia en sus diversas formas, que combate el odio, violencia, crueldad, desprecio, etc.

Es enorme el significado de las actitudes oportunas que deben emplearse en la educación, deben despertar la sensibilidad hacia el prójimo que sufre. El hombre debe sentirse llamado a testimoniar el amor en el sufrimiento.

Las instituciones no pueden sustituir al corazón humano ante el que sufre físicamente, pero más si es moral, y cuando la que sufre es ante todo el alma.

 

La parábola del buen samaritano da sentido a la vida humana, que debe consistir en hacerse prójimo del otro, porque en definitiva, Dios continúa inclinándose en Cristo sobre las heridas humanas. No se trata de tener que escoger entre el amor a Dios o el amor al prójimo, sino de reconocer que quien ama al hermano que ve, ama siempre a Dios a quien no ve, mientras que, como podemos comprobar con frecuencia, no siempre ocurre lo contrario, pues nos encontramos con personas piadosas muy poco caritativas. El amor a Dios se manifiesta siempre en el amor hacia el otro, hacia el prójimo.

 

Así lo dice expresamente el evangelista San Juan: “El que diga: “Yo amo a Dios” mientras odia a su hermano, es un embustero, porque quien no ama a su hermano, a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarle” (1 Jo. 4, 20).



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