sábado, 2 de julio de 2022

Habla Víctor Valor del sufrimiento (II)

Jesús curando al ciego de nacimiento.

 

El dolor físico está discurriendo en los animales. Pero solamente el hombre sabe que sufre, aumentado por no encontrar una respuesta al sufrimiento.

No es verdad que todo sufrimiento sea consecuencia de la culpa y tenga carácter de castigo. El sufrimiento es castigo cuando está unido a la culpa.

¿Por qué el mal?, pregunta el hombre al hombre y a su vez a Dios. En el libro de Job la pregunta ha encontrado su expresión viva. Cristo, en el sufrimiento en la Cruz ha tocado las raíces del mal, allí venció al artífice del mal, Satanás.

 

Para los judíos, el sufrimiento era considerado como una consecuencia del pecado cometido por quien lo sufría. Esa misma opinión tenían los discípulos de Jesús. Por eso, al encontrarse con un ciego de nacimiento, le preguntaron: “Maestro, ¿quién ha cometido pecado, él o sus padres para que naciera ciego?”. La respuesta de Jesús fue contundente: “Ni ha pecado él ni tampoco sus padres, pero así se manifestarán en él las obras de Dios” (Jo. 9, 2-3). En el sufrimiento de Job se manifestó el poder del sufrimiento para llegar a la cumbre de su santidad. En el sufrimiento de Cristo, inexplicable para nosotros, se llevó a cabo la obra de nuestra redención.

 

¿Por qué el mal? Por qué el dolor? Por qué a mí? Son preguntas que nos hacemos a nosotros mismo o que escuchamos a otros con frecuencia. La respuesta la tenemos en estas palabras de San Pablo: “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de Cruz” Flp. 2, 6-8). La pasión y muerte de Cristo da sentido a nuestros sufrimientos.

 



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