Madre corrigiendo con amor a su hija. |
Hay que estar siempre en disposición de prestar algún
servicio a quien lo necesite. Hay que dar sin que te pidan, siempre dentro de
nuestras posibilidades. A nadie se tendrá por enemigo. Los pobres serán los que
te roben el corazón. Si alguna vez respondes con tono duro al que te irrita,
pues esto puede suceder sin que intervenga tu voluntad, aun así debes
reflexionar enseguida. Cuando la corrección fraterna sea un deber, nunca se
hará en plan de humillar ni mortificar, Solo Dios puede infundir la dulzura de
corazón. Por ello sea nuestra petición diaria.
En estas breves palabras hay una serie de eslóganes en los
que condensa su práctica de caridad hacia los demás: “Hay que estar siempre
dispuestos a prestar algún servicio a quien lo necesite”. “Hay que dar sin que
te pidan”. “Los pobres serán los que te roben el corazón”. “A nadie tendrás por
enemigo”. Así lo hizo en su vida. Habla por experiencia.
Pero merece la pena destacar sus palabras sobre la corrección
fraterna, tan importante para poder progresar en la vida espiritual, práctica
frecuente en las comunidades religiosas durante siglos, pero que en la
actualidad casi ha desaparecido por las
dificultades que se presentan tanto por parte de quien recibe la corrección
como de quien la hace.
Como a nadie le agrada que le corrijan, para que surta efecto
debe hacerse a una persona humilde y paciente. Pero es aún más difícil para
quien hace la corrección. Dar ánimos u orientaciones doctrinales no ofrece
dificultad, pero decir al hermano algún defecto para que se enmiende, esto
requiere amor sobrenatural especial. Es más fácil callar y soportar el defecto
ajeno, que intentar sanarlo. El uso moderado de la corrección fraterna es
necesario. Quien no recibe correcciones, pierde fortaleza frente a la dureza
del vivir.
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