sábado, 25 de junio de 2022

Florecillas. Sin cuenta bancaria

Cliente usando su cuenta bancaria.


Como albergaba el deseo de ser verdaderamente pobre, no quiso que la cuenta bancaria de la familia figurase a su nombre, motivo por el que aparecían como titulares mi madre y uno de mis hermanos, hasta que llegó el tiempo de la jubilación y no le quedó más remedio que ponerla a su nombre para poder recibir las prestaciones (Eva).

 

Durante los años que trabajó como peón en la Embotelladora de Pepsi-Cola, recibía el sueldo al contado al final de cada mes y se lo entregaba íntegro su esposa, que era quien lo administraba. Pronto se vio la necesidad de abrir una cuenta en el banco para depositar lo poco que se podía ahorrar, para evitar los problemas de las pérdidas o de los robos, pero como Víctor se había identificado con la pobreza evangélica, se negó a ser el titular de esa cuenta bancaria de la familia.

 

Su desprendimiento del dinero era tal, que a veces dejaba el sueldo durante días en la taquilla que tenía en la fábrica para dejar sus cosas y que no cerraba con llave, exponiéndose a que se lo robasen, algo que no sucedió porque el Señor fue providente. Otras veces lo metía en un bolsillo de los pantalones y se olvidaba de ello hasta que su esposa le preguntaba si no le habían pagado.

 

Su desprendimiento del dinero fue tal, que hasta para las obras de caridad tenía que acudir a su esposa para poder realizarlas. Sin duda que fue un contratiempo para él tener que figurar en una cuenta bancaria al ser requisito indispensable para recibir su jubilación, a la que no podía renunciar, pues de esa jubilación dependía el mantenimiento de su hogar.




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