Iglesia de San Miguel, Patrono de Tucumán. |
Rdo. Padre José Francisco:
Mi muy querido amigo:
Gran alegría sentí este sábado y el anterior al llegar a Rubí
a mi casa y encontrarme primero con esa impactante y bella biografía de vuestro
santo hermano Víctor, que ya goza de la gloria eterna del Señor, y este sábado
con tu carta tan especial para mí, porque tus palabras me llenan el espíritu de
alegría y paz.
Cuando leí la biografía de Víctor, en una parte cuenta que en
su trabajo utilizaba las botellas de cuenta para rezar el santo Rosario. Me
hizo acordar de mí los 37 años que hice tejidos a máquina usaba las lengüetas
de las agujas para contar las ave Marías de mis Rosarios diarios que a veces me
hacía 5.
José María también quedó impactado con tan ejemplar biografía
y quiero que sepa que siempre en toda mi vida diaria, él es el primer invitado
a caminar conmigo por la vida. Le estoy enseñando poco a poco a José María a
limpiar su alma de tanto dolor acumulado que tenía.
Te envío esas fotos donde en el reverso escribí el nombre de
mis hijos y nietos. Como verás ya no son los niños que dejaste de ver al
marchar de Tucumán a España, pero puedo asegurarte que todos tienen mucho de mí
y son bellas personas.
Julio Alberto muchas veces me impresiona. Tiene una conexión
espiritual conmigo increíble. Me dice: Yo copié tu almita, pero si me faltas,
me muero y allí está lo que me sabe mal. Trato de decirle que ni yo ni nadie es
imprescindible en la vida, que sólo es la escuela donde venimos a aprender a
templar y engrandecer nuestro espíritu. Me dice que eso lo sabe bien. Yo, por
mi parte, le digo que viviré muchos años, porque aún siento que es poso lo que
sembré para partir en paz.
Sinceramente te digo gracias por estar en contacto conmigo.
Es un privilegio ser amigos de un futuro santo. Que el Señor te llene de gracia y
bendiciones mientras tengamos la alegría de tenerte con nosotros acá en la
tierra bendita donde moramos.
Mil cariños de tu amiga en el Señor.
Fátima Caram
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