miércoles, 31 de marzo de 2021

Habla Víctor. Triduo Pascual.

Institución de la Eucaristía por Juan de Juanes.


Eran para Víctor días dedicados a pasar el mayor tiempo posible acompañando a Jesús en la Eucaristía y en la Cruz, para darle gracias por su amor llevado al extremo de dar la vida por nosotros de forma tan dolorosa. Desde el cielo nos invita a convertir estos días en días de recogimiento, de sacrificio, y a pasarlos junto a Jesús, meditando en los desprecios y atroces tormentos que sufrió por amor hacia nosotros.

El ayuno y la abstinencia que la Iglesia recomienda a los fieles durante el Triduo Pascual, Víctor los llevaba al extremo de pasarse esos días a pan y agua, por más que su esposa, preocupada por su salud, le insistiera en que tomara algún alimento caliente. Su respuesta era siempre la misma: Déjame hacer esto por el Señor que sufrió tanto por mí. No te preocupes por mi salud. Ya tienes experiencia de que mi salud no se deteriora con este ayuno.

El Jueves Santo se pasaba horas y horas ante el Santísimo. ¡Y con qué devoción! Su hija Eva recuerda, que ver a su padre sumido en tan profunda adoración, fue de las cosas que más la han impresionado en su vida, hasta el punto de atreverse a interrumpirle para preguntarle: Papá, ¿Jesús te habla? Claro que Jesús le hablaba, y por eso irradiaba felicidad, pero al corazón. Por eso Eva notaba los efectos de ese encuentro.

 

Jesús orando en el Huerto de los Olivos

El Viernes y el Sábado Santo, sus largas horas de oración se centraban en la pasión y muerte de Cristo, comenzando por la Oración del huerto, donde Jesús llegó a sudar gotas de sangre. Así lo manifiesta con estas palabras:

Triste y angustiada mi alma hasta la muerte está. Camino del Huerto de los Olivos va, para allí gustar la Sangre de Cristo sudada, por esta fortalecido, allí la subida del Monte iniciar. Aunque allí mis pecados descargué, penosa la subida fue, por senda estrecha caminaba, en el bastón de la fe me apoyaba, aunque nada gustaba ni veía. Aquel que me guiaba, el camino se sabía, por eso pronto a la cima llegué. Allí solo la gloria de Dios encontré y tanto me enamoré, que a la Cruz me encaramé, para expirar abrazado a la Cruz del Cordero degollado”.

    

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