sábado, 27 de marzo de 2021

Habla Víctor. Domingo de Ramos

 Cruz hecha con hojas de palma
para el Domingo de Ramos.


Se inicia la Semana Santa con la entrada de Jesús en Jerusalén, montado sobre un borrico. Con este acto sencillo inicia el camino de rebajamiento que le llevó hasta la muerte y muerte de cruz. Así nos mostró el ejemplo de una vida sumisa a la voluntad de Dios. La celebración del Domingo de Ramos, siendo Víctor monaguillo en su pueblo natal, le marcó para celebrarla con especial veneración el resto de su vida.

Se iniciaba con la bendición de los ramos a la entrada de la Iglesia. Todos llevaban los ramos que iban a ser bendecidos, en su mayoría ramos de pino traídos de los pinares de Saldaña, pues en el pueblo todos los árboles eran caducifolios. Solamente el Sacerdote y algunas personas llevaban palmas. Una vez bendecidos en el pórtico de la Iglesia, se iniciaba una procesión con los ramos alzados y con cánticos populares de alabanza durante el trayecto.

Al regresar a la Iglesia y encontrarse con la puerta cerrada, el sacerdote daba unos golpes en la puerta y desde dentro preguntaban: ¿Quién llama? Y el sacerdote respondía: Soy Jesús. Al no abrirle la puerta, volvía a dar unos golpes y de nuevo volvían a preguntar: ¿Quién llama? De nuevo el sacerdote decía: Soy Jesús, el Masías.

Entrada triunfal de Cristo en Jerusalén
montado en un borrico


Al llamar por tercera vez y preguntar: ¿quién es?, el sacerdote decía: Abridme. Soy Jesús, el Mesías, el Salvador. En ese momento le abrían la puerta diciendo: Que entre el Señor, el Mesías, el Salvador, el Rey de la gloria. Le abrían y el sacerdote hacía su entrada triunfal con  todos los que le acompañaban, alzando y agitando los ramos con gritos de júbilo.

Algo tan sencillo, tan devoto y tan fácil de entender a los niños, se grabó para siempre en su mente y en su corazón. Después, los ramos se colgaban en las ventanas de las casas y allí permanecían hasta que se deterioraban.

Al recuerdo de esa alegre celebración iba asociado también el recuerdo de que en ese día, todos sin excepción, aún los más pobres, estrenaban y lucían alguna prenda de vestir. Esa tradición se mantuvo durante muchos años y Víctor, aunque salió del pueblo, siguió celebrando con el mismo entusiasmo y alegría esta solemnidad.

 

 

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