Transverberación de Santa Teresa de Jesús. |
Lo principal de los fenómenos
místicos son la gracia interior y sus efectos de paz, humildad y amor, signos
ciertos de que la gracia viene de Dios. En siglos pasados, especialmente
durante el barroco, se daba mayor importancia a los fenómenos místicos en su
aspecto externo. Actualmente conservan su valor, porque testimonian la
radicación de la gracia en la existencia y experiencia humanas, pero se aprecia
y se insiste más en el contenido iluminativo y transformante de esos fenómenos.
Si analizamos la experiencia
de Víctor a través de sus escritos, nos daremos cuenta de que, a través de la
oración, el Señor le fue iluminando, purificado y santificando mediante gracias
místicas, pero sin esas manifestaciones exteriores que tanto llaman la atención
en las vidas de algunos santos. Así podemos comprobar cómo el Señor no le
iluminó mediante fenómenos visivos o auditivos, sino mediante una enseñanza
infusa serena y tranquila. No le purificó mediante éxtasis o heridas de amor,
sino mediante enfermedades, contradicciones y sufrimientos. No le comunicó
su amor mediante transverberación como a Teresa de Jesús o con la impresión de
las llagas de Jesús como a San Francisco de Asís, sino por una infusión serena
y profunda de fortaleza,, amor y paz bien manifiesta en su sonrisa de paz, que
transmitía paz.
Víctor conocía lo que opina
San Juan de la Cruz de los fenómenos místicos y cómo alerta a los que los
reciben del peligro que corren, porque es muy difícil distinguir los que son del
Señor de los que proceden del demonio, siempre dispuesto a suplantar al Señor
para engañarlos, suscitando en los videntes cierta soberbia y que les tengan
por más espirituales. El caso más famoso de los numerosos engaños llevados a
cabo por el demonio apareciéndose en figura de Cristo, es el que aparece en “Las
Florecillas de San Francisco” en el capítulo 29, titulado: “Cómo el
demonio se apareció al hermano Rufino en figura de Cristo crucificado y le dijo
que estaba condenado”. Menos mal que el Señor le reveló a San Francisco
esa tentación para que se salvara.
San Juan de la Cruz es
tajante: Hay que olvidarse de las visiones, pues si son de Dios, ya han
cumplido su efecto, para evitar el peligro de aceptar las del demonio que se
puede transformar en ángel de luz, como dice San Pablo.
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