miércoles, 17 de marzo de 2021

Habla Víctor Oración contemplativa (IV)

 Transverberación de Santa Teresa de Jesús.


Lo principal de los fenómenos místicos son la gracia interior y sus efectos de paz, humildad y amor, signos ciertos de que la gracia viene de Dios. En siglos pasados, especialmente durante el barroco, se daba mayor importancia a los fenómenos místicos en su aspecto externo. Actualmente conservan su valor, porque testimonian la radicación de la gracia en la existencia y experiencia humanas, pero se aprecia y se insiste más en el contenido iluminativo y transformante de esos fenómenos.

 

Si analizamos la experiencia de Víctor a través de sus escritos, nos daremos cuenta de que, a través de la oración, el Señor le fue iluminando, purificado y santificando mediante gracias místicas, pero sin esas manifestaciones exteriores que tanto llaman la atención en las vidas de algunos santos. Así podemos comprobar cómo el Señor no le iluminó mediante fenómenos visivos o auditivos, sino mediante una enseñanza infusa serena y tranquila. No le purificó mediante éxtasis o heridas de amor, sino mediante enfermedades, contradicciones y sufrimientos. No le comunicó su amor mediante transverberación como a Teresa de Jesús o con la impresión de las llagas de Jesús como a San Francisco de Asís, sino por una infusión serena y profunda de fortaleza,, amor y paz bien manifiesta en su sonrisa de paz, que transmitía paz.

 

Víctor conocía lo que opina San Juan de la Cruz de los fenómenos místicos y cómo alerta a los que los reciben del peligro que corren, porque es muy difícil distinguir los que son del Señor de los que proceden del demonio, siempre dispuesto a suplantar al Señor para engañarlos, suscitando en los videntes cierta soberbia y que les tengan por más espirituales. El caso más famoso de los numerosos engaños llevados a cabo por el demonio apareciéndose en figura de Cristo, es el que aparece en “Las Florecillas de San Francisco” en el capítulo 29, titulado:Cómo el demonio se apareció al hermano Rufino en figura de Cristo crucificado y le dijo que estaba condenado”. Menos mal que el Señor le reveló a San Francisco esa tentación para que se salvara.

 

San Juan de la Cruz es tajante: Hay que olvidarse de las visiones, pues si son de Dios, ya han cumplido su efecto, para evitar el peligro de aceptar las del demonio que se puede transformar en ángel de luz, como dice San Pablo.



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