miércoles, 20 de enero de 2021

Florecillas. Porfiaban por llevarle a misa.

Iglesia Parroquial de Quintanilla de Onsoña.


Víctor, durante los doce años que vivió en Velillas del Duque jamás faltó a misa teniéndose que trasladar casi a diario a pueblos cercanos ya hiciera frío o nevara…Cuando al final se deterioró gravemente su salud y ya no podía hacer andando semejante tipo de desplazamientos, tanto el párroco como uno de los vecinos de uno de aquellos pueblos, llamado Germán, se porfiaban por llevarle o traerle en coche para que no se quedara sin misa y comunión, pues lo que él no podía, era vivir sin su misa y su comunión cada día. Pero mientras pudo, fue siempre andando cualquiera fuera la inclemencia del tiempo” (Asunción).

 

Interior y retablo mayor de la parroquia de Quintanilla de Onsoña.

La edad no perdona, solemos decir, y esa es la realidad, y más si a la edad se le añaden algunos achaques. Cuando Víctor se trasladó a vivir a Velillas del Duque, ya sufría frecuentes y fuertes taquicardias y había aparecido el alzheimer. Durante los primeros años se desplazaba casi a diario al pueblo más cercano dónde se celebrase la misa caminando, tanto a la ida como a la vuelta. Era incluso una actividad que ayudaba a su salud. Pronto, sin embargo, comenzó a sentir cansancio y sus buenos amigos lo notaron, y sin que él dijera nada ni les pidiera nada, comenzaron a hacer de samaritanos para el regreso. Cuando el desplazamiento era a Saldaña, distante unos seis kilómetros, hacía la ida caminando y para el regreso tomaba un taxi.

 

Cuando los buenos samaritanos comprobaron su cansancio por los grandes esfuerzos que hacía para llegar, optaron por ir a buscarle a casa y regresarle de nuevo una vez terminada la misa. Tanto para el párroco, D. José, como para D. Germán, se convirtió en una grata tarea para disfrutar de su trato y amistad.



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