Víctor abriendo paso en la nieve para poder llegar a la Iglesia. |
Como anécdota diré
que, cuando pasaba el invierno y se despojaba de las prendas de abrigo que
usaba para defenderse del frío durante todo el invierno para ir a misa, las
mujeres de uno de los pueblos (Quintanilla) a los que acostumbraba ir a misa,
le decían con afecto: ¡Cómo ha adelgazado usted. Sr. Víctor! Y él se
sonreía”. Los inviernos, durante los doce años que vivió en Velillas del
Duque, salía de casa lo imprescindible, pues era por naturaleza muy friolero y
la localidad muy fría y con frecuentes nevadas en invierno.
(Asunción).
Allí no tenía calefacción, pero sí instalada la “gloria” en que se prendía fuego con el que se calentaban algunas habitaciones, por lo que el clima era muy agradable y no contaminante, pues procedía del suelo.
El problema era que
no quería perder la misa diaria, para lo que generalmente tenía que desplazarse
varios kilómetros aunque nevara o hiciera un frío de varios grados bajo cero.
Las iglesias de esos pueblos eran exageradamente frías. Para defenderse no
tenía más remedio que abrigarse muy bien y conforme aumentaba el frío
aumentaban las prendas para contrarrestar el frío, así es que llegaba a ponerse
varios jersey bajo la chaqueta y el abrigo, lo que le llevaba a aparecer más
grueso de lo que era en realidad.
Víctor prendiendo el fuego de "la gloria" para calentar la casa.
Cuando al acercarse
la primavera el frío comenzaba a disminuir, se iba despojando poco a poco de
los jersey hasta eliminarlos por completo en la primavera. No es extraño que
las mujeres de la localidad notaran el cambio. De ahí su exclamación: ¡Cómo
ha adelgazado usted, Sr. Víctor!
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