El niño Ignacio con su peluche. |
Los recuerdos que tengo de mi abuelo Víctor, puedo decir que son todos buenos y que me transportan a una infancia feliz. Cuando era pequeño todos los días caminaba hasta mi casa para pasar un rato conmigo. Siempre traía monedas en el bolsillo, pues le encantaba verme la cara de alegría que yo ponía cuando me las daba para chuches. (Ignacio).
Cuando nació su nieto Ignacio, Víctor vivía en el centro de
Madrid con su hijo Luis Fernando que había conseguido empleo como portero de un
inmueble. Como tenían un apartamento para el portero del inmueble, allí se fue
con su hijo. Este domicilio estaba bastante cerca de la casa de su nieto, por
lo que le resultaba fácil acercarse a pasar un rato con él, a la vez que hacía
un servicio a su hijo y a su nuera que tenían que ir a sus respectivos
trabajos.
Ignacio con el abuelo Víctor saliendo de una pastelería.
Para Víctor era una satisfacción poder acompañar a su nieto y
compartir sus ilusiones, entre las que estaba dar un paseo por las calles cercanas
o llegar a algún parque con columpios. En esos paseos nunca faltaban los
chuches tan estimados por los niños. Pero con lo que más disfrutaba era
sacando algunas monedas de su bolsillo para ver la cara de alegría que Ignacio
manifestaba con toda inocencia y sinceridad. No se trataba de comprarle los
chuches, sino de darle las monedas para que Ignacio se acercara con ellas a
comprar los chuches.
A su nieto no se le ha olvidado nunca la sonrisa del abuelo y
el cariño con que lo hacía. Cómo le acompañaba a una tienda para que allí
eligiera los chuches y la alegría del abuelo al verle tan contento e
ilusionado. Ignacio se sentía feliz con el abuelo y esperaba con ilusión su
visita.
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