sábado, 14 de noviembre de 2020

Florecillas. Jugando con los nietos.

Víctor y Asunción con sus nietos Raquel y Carlos en su primera Comunión.


Recuerdo lo mucho que nos quería a los nietos de pequeños. Con Carlos y conmigo estaba siempre cuidándonos y sobre todo jugando a las canicas, en los columpios… Él, de paso, y de vez en cuando, aprovechaba para decirnos algo de Dios, lo que él llevaba en el corazón. No era forzado ni pesado, pero a veces eran verdaderas catequesis (su nieta Raquel).

 

Los recuerdos de Raquel y Carlos, los dos primeros nietos de Víctor, no pueden ser más tiernos y encantadores, y nos descubren la faceta más humana y cariñosa de Víctor. Como vivían en Móstoles, hasta allí se acercaba cuantas veces se lo permitía el trabajo, para compartir y jugar con ellos, haciéndose niño con ellos hasta el punto de tirarse al suelo para jugar a las canicas. Como es natural, siempre se dejaba ganar para que la alegría de los nietos fuese completa. También les sacaba a pasear cuando las circunstancias lo permitían y les llevaba a los columpios que tanta ilusión hace a todos los niños. Así es que, los nietos añoraban su visita.

 

Victor y Asunción con Raquel, Carlos y sus hermanitas en Sabarís.

También les entretenía viendo y elogiando los cuadernos con dibujos coloreados por sus nietos, e incluso se interesaba por los garabatos que hacían intentando pintar algún objeto sencillo. Siempre terminaba con palabras de admiración y aliento, lo que les servía de estímulo para seguir pintando dibujos para enseñárselos al abuelo.

 

Por su amor tan grande a sus nietos, deseaba que fueran felices no solamente de niños, sino para siempre, por eso aprovechaba esas oportunidades para hablarles de Dios, del amigo Jesús, tratando de sembrar en sus corazones la semilla del evangelio. Raquel, ya mayor cuando da este testimonio, se dio cuenta de que había sido un catequista en su vida, pero de una manera tan discreta y agradable, que le escuchaban con atención y alegría. Víctor no había estudiado pedagogía, pero su amor de abuelo suplía con creces esa carencia.




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