Persona orando en noche oscura. |
El Espíritu Santo, que la quiere llevar más alto, la alimenta con manjares menos delicados, pero más nutritivos, frecuentemente la saca de la meditación y consuelo; entonces el alma se siente perdida, considera que lo anterior era bueno por sentirse atraída a ello con gusto, y no sabe qué hacerse, la dan tentaciones de abandonar, se la hacen insoportables las horas de oración, se encuentra desconcertada.
Ya decía Víctor que la oración suave y atractiva “suele durar
poco”, pues a quien busca la perfección y el encuentro con Dios, el Señor pronto
le quita “la golosinas” que son de poco alimento para darle alimentos de
adultos, menos sabrosos, pero mucho más nutritivos y eficaces.
San Juan de la Cruz maestro de la vida espiritual.
El problema que se les plantea a muchos al inicio de este
cambio, al comprobar que ya no sienten la satisfacción que tenían durante la
oración, ni el cariño del Señor, es creer que vuelven atrás al carecer de esos
consuelos, y lo primero que piensan, es que puede ser por sus infidelidades y
pecados. Es frecuente que en ese caso, acudan a sus confesores en busca de aliento
y explicación, y que, si los confesor no son muy espirituales, en lugar de ayudarles,
les acaben de desalentar, pues también los confesores, si no son muy
experimentados, lo achacarán a su culpa y les harán revolver su pasado y hacer
muchas confesiones generales, sin percatarse que es obra de Dios, en vez de
animarles a soportar las pruebas y a seguir adelante hasta que Dios quiera
cambiarlas, porque hasta entonces, por más que ellas hagan, no hay remedio.
Víctor hablaba por experiencia propia. Pasó por esa situación
y siguió adelante porque conocía por sus lecturas de San Juan de la Cruz, que
ese era el momento elegido por el señor para cambiar la meditación afectiva por
la noche oscura para la purificación del alma, único camino para llevar al alma
a la unión con Dios.
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