sábado, 2 de mayo de 2020

Habla Víctor. Maestro de oración.

 Jesús orando


A través de sus escritos autobiográficos hemos podido comprobar que el Señor le concedió gracias muy propias de los contemplativos. Esta clase de gracias es bastante frecuente entre monjes y monjas de clausura, no tanto entre religiosos y religiosas de vida activa y muy rara en laicos, por muy comprometidos que estén con las cosas del Señor. Por eso el caso de Víctor es una verdadera excepción.

Y como de la abundancia del corazón habla la boca, no podía por menos de hablar a los demás del amor de Dios que él había experimentado gracias a una intensa vida de oración. No lo podía ocultar en sus conversaciones. Quería que todos tuvieran una experiencia tan gozosa. Y cuando le pidieron que lo hiciera también por escrito, tampoco les defraudó.

Jesús enseñando a orar a sus discípulos.

Una de sus hijas, Begoña, siendo novicia con las Misioneras de la Caridad, ante las dificultades que sufrió en los inicios de esa vida de oración, conocedora de la experiencia de su padre, no dudó en pedirle que le escribiera algo acerca de la oración que la sirviera de guía. Así nos consta por la carta que dirigió al P. José Vicente, autor de la biografía de Víctor, al tiempo que le enviaba fotocopia de los originales, le decía: “Las páginas sobre la oración las escribió a petición mía. Yo le pedí que me explicase sobre la oración y escribió todo lo que tiene usted, no esperándome que fuese tan abundante y detallado como lo hizo”.

Pues además de esas páginas sobre la oración que Begoña envió al P. José Vicente, han aparecido posteriormente unos folios que hablan de esos mismos temas, aunque de manera muy abreviada. Puede tratarse de un esquema previo.

En estos escritos, Víctor no pretende hacer un manual de oración, o de enseñar un nuevo método de oración, sino solamente ofrecer unas consideraciones prácticas a su hija –validas para todos- que la ayudaran a recorrer el largo camino de la oración contemplativa, advertirla de las duras pruebas a las que Dios somete a esas almas, y animarla a no desfallecer en el empeño, porque el Señor siempre premia con creces esos esfuerzos.

Comenzaremos con el contenido de esos pocos folios, más difíciles de entender por no estar bien desarrollados los temas.



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