Jesús en la cruz perdonando a los que le crucificaron |
Dice casi al pie de la letra lo que Santa Teresa y lo pone
en práctica como ella: “Nunca oí decir cosa mala de mí que no viese quedaban
cortos; porque, aunque no era en las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en
otras muchas, y me parecía que habían hecho harto en dejar aquéllas; y siempre
me huelgo yo más que digan de mí lo que no es, que no las verdades.
Ayuda mucho traer consideración de lo mucho que se gana
por todas vías, y cómo nunca, bien mirado, nunca nos culpan sin
culpas, pues siempre andamos llenos de ellas, pues cae siete veces al día el
justo, y sería mentira decir no tenemos pecado. Así que, aunque no sea en lo
mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo, como lo estaba el buen
Jesús” (C. 15, 3-4).
San Esteban apedreado pidiendo que el Señor perdonara su pecado. |
Pero añade dos importantes matices: Primero,
el de rogar por quienes le despreciaron y humillaron, que es lo que hizo Jesús
en su pasión y muerte: Perdónalos, porque no saben lo que hacen, y lo
que hizo el primer mártir, San Esteban: No les tomes en cuenta este pecado.
Y segundo, no sólo orar y perdonar a los que lo
humillaron, sino además dar gracias a Dios por quienes le humillaron, porque
gracias a ellos pudo descubrir su propia nada que tanto le ayudó a poner toda
su confianza únicamente en Dios que lo es todo.
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