sábado, 23 de mayo de 2020

Habla Víctor. Oración mental

Cristo en la cruz orando en silencio al Padre.


Mental, más íntima. Si es muy imaginativa, ayudarse de lectura intercalada (Imitación de Cristo, Evangelios y libros afectivos). No abandonar.
Hay almas que se pasan años en estado de aridez, es muy importante no abandonar. Esta meditación nos hace rumiar o gustar los pasajes que hemos leído. A más tiempo sobre el mismo punto, más impreso queda en el alma. Se saca noticia y amor de Dios, punto básico de la meditación no es el saber, sino el amor.
Aunque en la meditación el pensamiento ocupe un lugar secundario, hay que esforzarle para ponerle en Dios, Santísima Trinidad, Corazón de Jesús, Pasión, etc. Más que razonando consigo, hacerlo con el Señor.

La oración mental es la que se practica en silencio y en la que, en lugar de dirigirnos al Señor con fórmulas establecidas, tratamos de pensar en el amor que Dios nos tiene para que en nuestro corazón surjan sentimientos de gratitud y de amor. Suele comenzar con un acto interior por el que somos conscientes de que estamos en presencia del Señor y, después de reconocer nuestras debilidades, entrar en diálogo con Jesús. Lo importante no es discurrir mucho, sino entablar un diálogo amoroso con Jesús, el verdadero Maestro que nos enseña toda la verdad y nos descubre su amor.

 Creyente en actitud de profunda oración en silencio y soledad.

Como tema de diálogo puede ser el propio conocimiento, reconociendo con humildad nuestras faltas y lo indignos que somos de estar en su presencia, pero lo más normal es leer algún pasaje del Evangelio o de algún libro de meditaciones para convertirlo en tema de diálogo con Jesús, pidiéndole que como Maestro nos manifieste lo que quiere decirnos a través de esas lecturas, e inflame nuestros corazones en su amor.

Como dice Víctor, hay que poner nuestro pensamiento “en Dios, Santísima Trinidad, Corazón de Jesús,  Pasión, etc”, y más que razonando, escuchando humildemente al Señor. Cuánto más meditemos en un paso de la vida de Cristo, nos recuerda con mucho acierto Víctor, “más impreso queda en el alma  y se saca noticia y amor de Dios”, que es lo verdaderamente importante, porque la meditación no es para saber más, sino para amar más.



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