Cristo en la cruz orando en silencio al Padre. |
Mental, más íntima. Si es muy imaginativa, ayudarse de
lectura intercalada (Imitación de Cristo, Evangelios y libros afectivos). No
abandonar.
Hay almas que se pasan años en estado de aridez, es
muy importante no abandonar. Esta meditación nos hace rumiar o gustar los
pasajes que hemos leído. A más tiempo sobre el mismo punto, más impreso queda
en el alma. Se saca noticia y amor de Dios, punto básico de la meditación no es
el saber, sino el amor.
Aunque en la meditación el pensamiento ocupe un lugar
secundario, hay que esforzarle para ponerle en Dios, Santísima Trinidad,
Corazón de Jesús, Pasión, etc. Más que razonando consigo, hacerlo con el Señor.
La oración mental es la que se practica en silencio y en la
que, en lugar de dirigirnos al Señor con fórmulas establecidas, tratamos de
pensar en el amor que Dios nos tiene para que en nuestro corazón surjan
sentimientos de gratitud y de amor. Suele comenzar con un acto interior por el
que somos conscientes de que estamos en presencia del Señor y, después de
reconocer nuestras debilidades, entrar en diálogo con Jesús. Lo
importante no es discurrir mucho, sino entablar un diálogo amoroso con Jesús,
el verdadero Maestro que nos enseña toda la verdad y nos descubre su amor.
Creyente en actitud de profunda oración en silencio y soledad. |
Como tema de diálogo puede ser el propio conocimiento,
reconociendo con humildad nuestras faltas y lo indignos que somos de estar en
su presencia, pero lo más normal es leer algún pasaje del Evangelio o de algún
libro de meditaciones para convertirlo en tema de diálogo con Jesús, pidiéndole
que como Maestro nos manifieste lo que quiere decirnos a través de esas
lecturas, e inflame nuestros corazones en su amor.
Como dice Víctor, hay que poner nuestro pensamiento
“en Dios, Santísima Trinidad, Corazón de Jesús,
Pasión, etc”, y más que razonando, escuchando humildemente al Señor.
Cuánto más meditemos en un paso de la vida de Cristo, nos recuerda con mucho
acierto Víctor, “más impreso queda en el alma
y se saca noticia y amor de Dios”, que es lo verdaderamente importante,
porque la meditación no es para saber más, sino para amar más.
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