sábado, 20 de julio de 2019

Testimonios. Germán Montes (I)

D. Germán Montes, vecino de Quintanilla de Onsoña.



Me llamo Germán Montes y residía en Quintanilla de Onsoña (Palencia) y conocí al amigo Víctor porque mi casa pega a la carretera por donde todos los días pasaba para oír misa el referido Víctor. Él, como el párroco no tenía hora fija para iniciar la misa, solía dar paseos de acá para allá por la carretera, hasta que llegara el párroco.

Coincidió que un día no iba el párroco a celebrar misa a Quintanilla y el señor Víctor estaba esperando. Yo salí a él y le dije: Hoy no hay misa aquí, que la dice en Villarmienzo. Yo le vi que quedó contrariado. Él tenía el rosario en la mano, y yo, por decirle algo, le dije: Si me reza un rosario le llevo en mi coche a Villarmienzo. Él me contestó: “No le rezo uno. Le rezo catorce. Le llevé y llegamos con la misa ya comenzada. Aquel día se quedó sin oír misa completa, pero no sin la comunión, que era lo que él más deseaba. Así fue como le conocí.

 Señal colocada a la entrada de Quintanilla de Onsoña

Desde aquel día, cuando llegaba andando al pueblo, se quedaba en mi casa hasta que tocaban a misa, porque yo también iba a misa. Íbamos juntos. Yo le observé que los amores mayores que tenía, eran la Eucaristía y la Oración. De su amor a los pobres, que después me enteré que era otro de sus grandes amores, no pude percatarme, porque el pueblo de Quintanilla de Onsoña era pequeño y en él no había pobres.

Hablamos mucho de todo. Decía que el dinero no le importaba nada. ¡Cuántas veces me dijo que, si no fuera por su mujer y sus hijos, se lo daría todo a los pobres! Para él no quería nada. Lo daba todo a ONGS o para ayuda de los damnificados de las catástrofes, según se iban sucediendo a través de las campañas organizadas, bien por la Iglesia, bien por otros medios.

 
Exterior de la iglesia parroquial de Quintanilla de Onsoña

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