D. Germán Montes, vecino de Quintanilla de Onsoña. |
Me
llamo Germán Montes y residía en Quintanilla de Onsoña (Palencia) y conocí al
amigo Víctor porque mi casa pega a la carretera por donde todos los días pasaba
para oír misa el referido Víctor. Él, como el párroco no tenía hora fija para
iniciar la misa, solía dar paseos de acá para allá por la carretera, hasta que
llegara el párroco.
Coincidió
que un día no iba el párroco a celebrar misa a Quintanilla y el señor Víctor
estaba esperando. Yo salí a él y le dije: Hoy no hay misa aquí, que la dice en
Villarmienzo. Yo le vi que quedó contrariado. Él tenía el rosario en la mano, y
yo, por decirle algo, le dije: Si me reza un rosario le llevo en mi coche
a Villarmienzo. Él me contestó: “No le rezo uno. Le rezo catorce. Le
llevé y llegamos con la misa ya comenzada. Aquel día se quedó sin oír misa
completa, pero no sin la comunión, que era lo que él más deseaba. Así fue como
le conocí.
Señal colocada a la entrada de Quintanilla de Onsoña |
Desde
aquel día, cuando llegaba andando al pueblo, se quedaba en mi casa hasta que
tocaban a misa, porque yo también iba a misa. Íbamos juntos. Yo le observé que
los amores mayores que tenía, eran la Eucaristía y la Oración. De su amor a los
pobres, que después me enteré que era otro de sus grandes amores, no pude
percatarme, porque el pueblo de Quintanilla de Onsoña era pequeño y en él no
había pobres.
Hablamos
mucho de todo. Decía que el dinero no le importaba nada. ¡Cuántas veces
me dijo que, si no fuera por su mujer y sus hijos, se lo daría todo a los pobres!
Para él no quería nada. Lo daba todo a ONGS o para ayuda de los
damnificados de las catástrofes, según se iban sucediendo a través de las
campañas organizadas, bien por la Iglesia, bien por otros medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario