Víctor y Asunción ya muy ancianos conversado |
Comentando
la fuerte salud de mi madre, utilizaba esta expresión con fuerza: “A tu madre
no la parte un rayo”.
Era
muy frecuente, al menos en los pueblos, cuando alguien molestaba más de la
cuenta y no cedía, decirle: ¡Vete y que te parta un rayo! Eran palabras
que a veces se decían como maldición, pues los rayos, sobre todo en verano,
eran muy peligrosos y causa de muerte, pero la mayoría de las veces se decían
sin malicia, sólo para manifestar al pesado que dejara de molestar.
Víctor,
sin embargo, emplea aquí esa expresión para resaltar la fortaleza física de su
esposa, y no le faltaba razón, pues gozó siempre de muy buena salud y de gran fortaleza
para hacer frente a las dificultades. Y eso no porque todo fuera fácil en su
vida, pues nos consta, por ejemplo, que el calor y la contaminación de Madrid
en verano la afectaban seriamente, y aunque no llegaba a enfermar, sí bajaba su
rendimiento; por eso en verano solían ir unos días a Galicia en busca de la
brisa marina y de un clima más benévolo que la reconfortara, aunque siguiera
trabajando, pues tenía que hacer la compra, la limpieza, la comida etc.
Víctor y Asunción calentándose en invierno |
Un
momento en que esa fortaleza se puso a prueba, fue en el nacimiento de su hija
Begoña que tuvo lugar en plena crisis económica de la familia y con
complicaciones gravísimas para madre e hija al extremo de que, ante el peligro
de muerte de madre e hija, arruinados como estaban, tuvieron que alquilar un
taxi y trasladarse urgentemente desde Medina del Campo hasta Segovia (más de
cien kilómetros por muy malas carreteras y sangrando durante el trayecto),
porque allí vivía el ginecólogo que mejor la conocía, ya que la había atendido en
sus partos anteriores también difíciles, tanto, que tres de sus hijos murieron
a los pocos días de nacer. Teniendo en cuenta estas experiencias, no es
extraño que exclamara: ¡A tu madre no la parte un rayo!
Víctor y Asunción con su nieto Carlos y su bisnieto Víctor |
Pero
las mejores pruebas de la fortaleza de Asunción tuvieron lugar los últimos años
de Víctor, cuando la enfermedad del alzheimer le fue llevando poco a poco a una
situación límite en que perdió por completo la memoria y ni siquiera podía
pronunciar los nombres de sus hijos. Allí estuvo siempre Asunción para
acostarle, bañarle, vestirle, darle de comer etc. Solamente el último mes de su
vida, cuando ya sus fuerzas y las del hijo que vivía con ellos no daban para
más, permitió internarle en una residencia.
Los
hechos le siguen dando la razón, pues a pesar de sus muchos años, esfuerzos y
sufrimientos, sigue viva haciendo frente a las enfermedades y achaques propios
de la edad con un valor y fortaleza encomiables.
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