miércoles, 11 de octubre de 2017

Apostolado



Una oración que no lleve al deseo de que todos se salven y lleguen al conocimiento del Dios Padre misericordioso y ponga de su parte lo que esté en su mano para que se haga realidad, sería si no falsa, al menos sospechosa de no ser auténtica. El que a través de la oración ha experimentado el amor de Dios, siente el deseo de que todos le conozcan y le amen.

De Víctor podemos asegurar que cumplió con perfección el deseo del Decreto del Vaticano II sobre los laicos: “Siendo propio del estado de los laicos vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, Dios les llama a que, movidos por el espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento” (AA 2).


Su hija Begoña lo resume en pocas palabras: “La vida de mi padre fue intensamente apostólica, fruto directo de la intimidad que mantenía con el Señor en la oración. Estaba lleno del celo y deseo de llevar las almas al Señor. Amaba a todos los hombres con el mayor amor que les pueden tener: el deseo de su salvación”.

Al no poder descender a dar detalles sobre el intenso apostolado desarrollado por Víctor, nos limitamos a señalar sus especiales campos de acción. Lo ejerció en la familia, siendo el mejor de los esposos según Asunción su esposa y el padre solícito que se preocupó por la formación religiosa y profesional de sus hijos. Quiso que todos ellos gozasen de la formación que él no pudo alcanzar.



Lo ejerció en la fábrica de Pepsi Cola defendiendo con valentía los derechos de sus compañeros frente a los jefes de la empresa, sin miedo a que a él le despidiesen, pero aprovechando su confianza para estimularles a cumplir fielmente con sus compromisos cristianos e invitándoles a los Cursillos de Cristiandad para fortalecer su fe.


Lo ejerció en la Adoración Nocturna animando a sus miembros a glorificar a Jesús Sacramentado y a pedirle por la salvación de todos. Lo ejerció en la Congregación de San Felipe Neri siendo el primero en la delicada atención a los enfermos. Lo ejerció en la Parroquia ayudando a su construcción y poniéndose incondicionalmente a servicio del párroco para lo que le necesitase. Lo ejerció con todos los que el Señor puso en su camino tratándoles siempre con delicadeza.


Y lo hizo con su palabra, hablando de Dios en todas las circunstancias, dando testimonio de su fe sin miedo al que dirán. Lo hizo con sus escritos, breves sí, pero llenos de fe de amor y de esperanza. Lo hizo con el ejemplo, ayudando y amando a todos. Y lo hizo con la oración, en la que pedía siempre por la Iglesia y presentaba al Señor a sus amigos sí, pero también a sus enemigos: “Del que mal me quería, de él bienes recibía. De todos agradecido estoy, siempre por ellos oré y en Dios les amé”. Para todos pedía su salvación


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