Sólo la gloria de Dios encontré. Cristo Resucitado. |
Allí
sólo la gloria de Dios encontré y tanto me enamoré, que a la cruz me encaramé,
para expirar abrazado a la cruz del Cordero degollado.
Santa
Isabel de la Trinidad, convencida de que los cristianos somos “otros cristos”
que debemos hacer propios los sentimientos y los estados de Cristo, del mimo
modo que vivió los misterios dolorosos de la pasión y muerte de Cristo, se unió
a la gloria de la resurrección, por lo que añade: “Mas todo Viernes Santo va
seguido de la Resurrección. Por lo tanto yo resucitaré, yo subiré al cielo;
Jesucristo ha logrado que me pueda sentar allí ya (Ephes. 2, 6) con todo
derecho. Efectuaré, pues, mi ascensión con Él, por Él y en Él” (Elevación
34).
Tanto me enamoré que a la Cruz me encaramé. |
Puede
ser que Víctor con sus palabras “allí sólo la gloria de Dios encontré, aluda a la gloria de la Resurrección, pero por
las palabras que añade: “y tanto me enamoré, que a la cruz me encaramé, para
expirar abrazado a la cruz del Cordero degollado”, esté refiriéndose más
bien y se esté identificando con la pastora de que habla San Juan de la Cruz en
su poema. Un Pastorcito. ¿Le conocen? Es precioso y en pocos
poemas se expresa con tanta delicadeza el amor de Jesús llevado al extremo de
morir por puro amor.
Un
pastorcito solo está penado/, ajeno de placer y de contento/, y en su pastora
puesto el pensamiento/, y el pecho del amor muy lastimado.
No
llora por haberle amor llagado/, que no le pena verse así afligido/, aunque en
el corazón está herido/; mas llora por pensar que está olvidado.
Que
sólo de pensar que está olvidado/ de su bella pastora, con gran pena/ se deja
maltratar en tierra ajena/, el pecho del amor muy lastimado.
Y
dice el pastorcito: ¡Ay, desdichado/ de aquel que de mi amor ha hecho
ausencia/, y no quiere gozar de mi presencia/, y el pecho por su amor muy
lastimado!
Y
a cabo de un gran rato se ha encumbrado/ sobre un árbol, do abrió sus brazos
bellos/, y muerto se ha quedado asido de ellos/, el pecho del amor muy
lastimado.
Se ha encumbrado sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos. |
¿No
estará Víctor identificándose con la pastora de este poema, que en lugar de
ausentarse, ha querido responder a la llamada cariñosa del Pastor y por eso se
ha encaramado a la cruz con su Pastor para unirse con Él? Las palabras de
Víctor, ¿no les recuerda también lo que dice San Pablo: “Dios me libre de
gloriarme más que de la Cruz de nuestro
Señor Jesús, en la cual el mundo quedó crucificado para mí y yo para el mundo?”
(Gal 6, 14). ¡Qué mayor gloria que expirar con el Amado!
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