miércoles, 2 de enero de 2019

Testimonios. Eusebia Arranz.

 Eusebia sentada con su hija Marta, su esposo y familia


Me presento como la esposa de Enrique Rodríguez, que era sobrino carnal de Víctor Rodríguez. Los padres de mi marido eran de Quintanadiez de la Vega (Palencia) y allí tenemos una casita que habíamos heredado.

Durante los años que vivió Víctor en Velillas del Duque (1990-2002), cuando íbamos a pasar el mes de vacaciones en Quintanadiez de la Vega, nos acercábamos a ver a Víctor, a su esposa y a sus hijos.

Quintanadiez de la Vega, pueblo donde nació Víctor

Me sorprendió la vida tan austera, tan sencilla y la sonrisa que él tenía. También la atención al cuidado de la Iglesia de aquel pequeño pueblo y lo que allí rezaba.


Sabía que, como padre de familia, no le había sido fácil la educación como un padre quiere de sus hijos y tampoco su situación económica le había sido nada fácil a causa, primero de haber quebrado su propia empresa avícola, y luego, por haber quebrado también la empresa en la que entró a trabajar.

Era una cosa bien extraña que una persona seglar y padre de familia tuviera esa vida tan intensa de oración y de sacrificio.

Cuando él vivía en Medina del Campo, yo pasé por un problema y desde mi domicilio de Valladolid, donde yo vivía, acudía a él por teléfono para que me ayudara a sobrellevarle. Él me infundió paz y esperanza y me aconsejaba hacer oración como la mejor ayuda para salir del problema.

Víctor y Asunción con hijos y nietos en su casa de Velillas del Duque.

Recuerdo que me mandó dos estampas con oraciones y que yo las rezaba todos los días al comenzar las clases con los niños del curso en que yo estaba de maestra.

Haciendo oración como Víctor me aconsejaba, llegué a sentir la paz y la tranquilidad que Víctor irradiaba, como reflejo de su santidad.

Este es mi sencillo testimonio sobre su santa vida.

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