Dª. Carmen Arroyo del Burgo testigo de este testimonio. |
Cuando regresó a Medina ya muy mayor y muy achacoso, empezó otra vez a asistir a vísperas con un recogimiento especial. Si nosotros sentimos un ruido, enseguida volvemos la cabeza a mirar qué pasa. Él no. Era tan grande el recogimiento que tenía, que sólo estaba para el Señor y no pensaba en lo que pasaba a su lado. Yo le veía como un hombre muy espiritual y de mucho recogimiento interior.
Iglesia de los Carmelitas Descalzos, lugar de los rezos y reuniones. |
Luego se puso peor y dejó de venir a vísperas. Muchas veces me encontraba con él y con su señora al ir o volver de misa a la que no faltaba nunca, mientras pudo. Solía ir a la misa del Asilo, que era muy de madrugada. Luego estuvo un tiempo sin poder salir de casa por razón de sus achaques y finalmente fue internado en una residencia en la que falleció en olor de santidad.
Me hubiera gustado que no hubiera salido nunca de Medina del Campo para poder relacionarme más con él y aprender de él tantas cosas buenas que sin intentar enseñar, enseñaba con su vida tan santa y tan ejemplar.
Iglesia del Asilo de Medina del Campo a la que más iba Víctor en su ancianidad. |
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