Claro empecé a ver el camino errado que había dejado. |
Al
cambiar de vida, de luz me llenó. Claro empecé a ver el camino errado que había
dejado. Gracia sobre gracia sobre mí derramó. Por eso todo cambió. Poco a poco
me enamoró. En todo, la Virgen medió.
Al cambiar de vida, de luz me llenó. Víctor
insiste una y otra vez en el cambio radical en su vida sucedido en el momento
humanamente más difícil de su vida, el del fracaso económico con una familia a
la que tenía que sacar adelante.
Hay
un antes y un después de ese acontecimiento. El antes de Víctor fue el de un
cristiano normal, tirando a piadoso y cumplidor de sus compromisos cristianos, amigo
de todo lo bueno, pero a la vez muy satisfecho de sí mismo y de lo que iba
consiguiendo en su vida. Y un después de perderlo todo, en que cayó en la
cuenta de que de nada servían sus cualidades y sus proyectos, pues todo
dependía de Dios. Y en Dios puso toda su esperanza.
Poco a poco, -Cristo- me enamoró. |
Claro
empecé ver el camino errado que había
dejado. El Señor le hizo ver que por confiar en sí mismo y en sus
capacidades, no pudo evitar el fracaso, pero a la vez le hizo ver que la
verdadera felicidad, no está en la abundancia de los bienes materiales, donde
él la buscaba, sino donde Dios la ha puesto, que es en vivir según el espíritu
de las bienaventuranzas. Por eso empezó a ver con claridad que había seguido un
camino errado y optó por el Señor le ofrecía.
Gracia
sobre gracia sobre mí derramó. Bastó que reconociera su error y se pusiera
incondicionalmente en manos del Señor y se fiara de Él, para que derramara
todas sus bendiciones y le llenara de felicidad auténtica. En adelante tuvo que
trabajar para sacar adelante a su familia como lo habían hecho San José en el
hogar de Nazaret, pero ya no para acumular o gozar de un mayor bienestar y
prestigio, sino para cumplir con su misión de padre solícito. Y fueron tantas
las gracias que el Señor derramó, que se sintió mucho más feliz que cuando
nadaba en la abundancia y podía permitirse el lujo de satisfacer sus caprichos.
En todo la Virgen medió. |
Por
eso todo cambió. Nada que ver la estrechez de la casa en Madrid, en la que
Asunción no veía donde colocar a la última hija que esperaba, con la holgura de
su hogar en Medina. Y sin embargo, ¡qué felicidad tan inesperada! Se fió de
Dios y Dios no le defraudó.
Poco
a poco me enamoró. Aunque la conversión tuvo un momento decisivo al caer en
la cuenta de que todo lo humano puede fracasar y lo único seguro es Dios, sin
embargo el camino iniciado fue largo hasta llegar al enamoramiento o entrega
total a Dios.
En
todo, la Virgen medió. Siempre atribuye todo lo bueno que va sucediendo en
su vida a la presencia y a la ayuda de
María. ¡Qué confianza tan ilimitada en María! Y nunca se vio defraudado.
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