miércoles, 11 de julio de 2018

Testimonios. Rebeca.

Víctor con Rebeca en brazos el día de su bautismo en Velillas del Duque


Mucha gente, al escribir recuerdos y experiencias sobre el abuelo Víctor, recordará que fue un hombre con una fe firme y segura, porque lo fue, pero en mi mente sólo le recuerdo como un abuelo increíble, del que pude aprender mucho; y como una buena persona, que ayudaba a quien lo necesitaba.

Podría escribir todo lo que he vivido con él, pero quizás no tendría hojas suficientes para poder expresarlo. Para mí lo más importante del abuelo Víctor es el cariño que nos transmitía y la preocupación constante que tenía por su familia. Muchos de mis recuerdos son momentos vividos en Velillas. Me enseñó, con mucho empeño, las oraciones en verano. Cuando íbamos de paseo por las mañanas, siempre las recitábamos juntos. También me contaba muchas historias diferentes y me enseñaba muchas cosas, entre ellas a jugar a las cartas, era muy entretenido.

Rebeca con Sara y los abuelos el día de su primera comunión.


Cada día me levantaba pronto, la abuela Asunción me preparaba mis galletas Arteaga para el camino y el abuelo y yo íbamos a Quintanilla a escuchar misa. También me llevaba mucho al río, ¡hasta arregló el puente de allí para que pudiéramos bañarnos Sara y yo por la otra orilla del río! Todas las tardes de verano, junto a él y la abuela, rezábamos el Rosario. Recuerdo con mucho cariño cómo se le acercaban todos los animales, cómo llamaba siempre a los perros y también el carrito con ruedines que me hizo para bajar por la cuesta de la calle y así aumentar mi diversión. Era muy alegre; pocas veces le he visto enfadarse, al menos con sus nietos.

Años después, el alzheimer empezó a estar en él y aunque se fue olvidando de nombres y recuerdos, en su corazón no se olvidó quiénes éramos sus familiares. Sé que de mí no se acordaba, pero algo le decía que yo era su nieta. Recuerdo con cariño momentos en la residencia donde me miraba con ternura o me cogía de la mano y nos íbamos a dar paseos por allí sin querer soltarme de la mano; excepto cuando veía a la abuela, que se le iluminaba el rostro y corriendo sólo quería ir a su lado. Momentos en los que su mirada irradiaba alegría. Fueron momentos donde el amor abrazaba cada segundo junto a él.

Rebeca y Sara con los abuelos.


Fue una buenísima persona, siempre dándose a los demás, con una fe que movió montañas, preocupándose por todos… siguió el ejemplo de Jesús hasta el final y fue una referencia para mí cuando mi fe, en varios casos, se ha tambaleado. Fue un abuelo con todas las letras, increíble.

Y tengo suerte de poder haber compartido momentos en mis primeros veinte años de vida junto a él. Fue alguien que merece ser recordado con todo el amor del mundo. Alguien que fue ejemplar: Especial.

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