A los catorce con una escopeta jugaba, que creía descargada, de pronto se disparó. La cara me rozó, sin clavarme un perdigón. En el techo de madera, un agujero quedó.
Seguimos
con acontecimientos especiales acontecidos en la vida de Víctor que él
considera milagrosos y no dudamos que así fuera. Si a los dos años, cuando le
dieron por muerto la Virgen le tomó de la mano y le rescató, y a los seis años
le volvió a librar de la muerte cuando le cayó un carro encima, algo parecido
sucedió ya en la etapa de su pubertad, con la diferencia de que el peligro de
muerte en esta ocasión fue por su culpa, por una imprudencia propia de esa
edad.
¿Pero
cómo llegó la escopeta a sus manos y cómo es que estaba cargada? Hemos preguntado
a su hermano más pequeño que no ha podido darnos una respuesta, pero al menos
nos ha contado algunos datos de interés al respecto.
Escopeta similar a la del disparo |
La
escopeta la usaban más bien los cazadores, y ni su padre Daniel ni sus hermanos
se dedicaron jamás a la caza; pero si era cazador empedernido un hermano de su
padre que vivía en otro pueblo no muy lejano, Villota del Páramo. Dada la
entrañable relación entre esos hermanos, es probable que se hubiera acercado a
Quintanadiez con su escopeta, se hubiera descuidado y la hubiera dejado cargada
sin pensar para nada que el joven Víctor se pudiera acercar llevado por la
curiosidad.
También
nos cuenta que Domingo, su hermano mayor, que para esa fechas era policía, si
usaba armas, especialmente pistola y que incluso se vio envuelto en un lío por
alardear ante los jóvenes de su edad de muy buena puntería. Un día, paseando
por el campo con varios de esos jóvenes, vieron a una cigüeña pescando en un
arroyo y le desafiaron a que, si tenía tan buena puntería como alardeaba, se lo
demostrase dando un balazo en una de sus patas. Aunque se negó en principio, tanto
le retaron e insistieron a que no lo hacía porque sabía que iba a fallar y que
se iban a reír de él, que picado en su amor propio disparó, y lo hizo con tan
buen acierto que la rompió una pata. El revuelo que se armó en el pueblo fue
impresionante, ya que a las cigüeñas se las consideraba intocables. El disgusto
de sus padres fue indescriptible.
Cigüeña pescando |
El
hermano menor, que nunca vio esa escopeta de que habla Víctor, sí vio y hasta
jugó con una pistola ya muy vieja y descargada que se hallaba en un trastero
que se había hecho aprovechando el hueco de la escalera. ¿Podría tratarse de
esta pistola ya en desuso con la que hiciera el disparo en lugar de la escopeta?
Lo que sí es verídico es lo del disparo y lo
del agujero en el techo, pues en el techo de madera, aunque se tapó, quedo la
señal. Por su hermana Gloria sabemos que cuando los padres se encontraron con
el desperfecto y preguntaron quien lo había hecho, a Víctor le costó confesar
que había sido él. De nuevo un milagro le libró de la muerte y de nuevo Víctor
dio gracias a Dios.
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