miércoles, 18 de julio de 2018

Habla Víctor. Escopeta.




A los catorce con una escopeta jugaba, que creía descargada, de pronto se disparó. La cara me rozó, sin clavarme un perdigón. En el techo de madera, un agujero quedó.

Seguimos con acontecimientos especiales acontecidos en la vida de Víctor que él considera milagrosos y no dudamos que así fuera. Si a los dos años, cuando le dieron por muerto la Virgen le tomó de la mano y le rescató, y a los seis años le volvió a librar de la muerte cuando le cayó un carro encima, algo parecido sucedió ya en la etapa de su pubertad, con la diferencia de que el peligro de muerte en esta ocasión fue por su culpa, por una imprudencia propia de esa edad.

¿Pero cómo llegó la escopeta a sus manos y cómo es que estaba cargada? Hemos preguntado a su hermano más pequeño que no ha podido darnos una respuesta, pero al menos nos ha contado algunos datos de interés al respecto.

Escopeta similar a la del disparo


La escopeta la usaban más bien los cazadores, y ni su padre Daniel ni sus hermanos se dedicaron jamás a la caza; pero si era cazador empedernido un hermano de su padre que vivía en otro pueblo no muy lejano, Villota del Páramo. Dada la entrañable relación entre esos hermanos, es probable que se hubiera acercado a Quintanadiez con su escopeta, se hubiera descuidado y la hubiera dejado cargada sin pensar para nada que el joven Víctor se pudiera acercar llevado por la curiosidad.

También nos cuenta que Domingo, su hermano mayor, que para esa fechas era policía, si usaba armas, especialmente pistola y que incluso se vio envuelto en un lío por alardear ante los jóvenes de su edad de muy buena puntería. Un día, paseando por el campo con varios de esos jóvenes, vieron a una cigüeña pescando en un arroyo y le desafiaron a que, si tenía tan buena puntería como alardeaba, se lo demostrase dando un balazo en una de sus patas. Aunque se negó en principio, tanto le retaron e insistieron a que no lo hacía porque sabía que iba a fallar y que se iban a reír de él, que picado en su amor propio disparó, y lo hizo con tan buen acierto que la rompió una pata. El revuelo que se armó en el pueblo fue impresionante, ya que a las cigüeñas se las consideraba intocables. El disgusto de sus padres fue indescriptible.

Cigüeña pescando

El hermano menor, que nunca vio esa escopeta de que habla Víctor, sí vio y hasta jugó con una pistola ya muy vieja y descargada que se hallaba en un trastero que se había hecho aprovechando el hueco de la escalera. ¿Podría tratarse de esta pistola ya en desuso con la que hiciera el disparo en lugar de la escopeta?

Lo que sí es verídico es lo del disparo y lo del agujero en el techo, pues en el techo de madera, aunque se tapó, quedo la señal. Por su hermana Gloria sabemos que cuando los padres se encontraron con el desperfecto y preguntaron quien lo había hecho, a Víctor le costó confesar que había sido él. De nuevo un milagro le libró de la muerte y de nuevo Víctor dio gracias a Dios.



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